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Los estudios en pañales de Layra | Cap. 3

 



3

 


Un pañal de tela y mucho baile

 

 



Layra se había mantenido observando a sus apuestos compañeros de danza en el salón de clases. No negaba que sus rostros eran hermosos, sus cabellos iguales al algodón de azúcar, sus cuerpos tan irresistibles como las donas de manjar con azúcar.

Los compañeros de layra escucharon bien las indicaciones para las clases. Tomaron las notas y luego de recibir las orientaciones, salieron para hacerse cargo de las cosas que necesitarían para el día siguiente.

Layra y sus amigas decidieron ir al edificio que fue diseñado como un centro  comercial, en el que había de todo. Cuando layra escuchó esa referencia, que había de todo, enseguida pensó en sus amados pañales, pero cuando estuvo en el lugar, viendo hacia todos lados, no pudo encontrarlos. Y claro que no, puesto que los pañales eran algo para los bebés, y todos los chicos en esa academia de danza eran jóvenes formándose en el arte. Así que al estar con sus amigas, caminaba y caminaba un poco decepcionada de ese detalle, puesto que no podría comprarse algún pañal para dormir.

Las amigas de layra se compraron unas cosas que no habían empacado en casa, como una pasta para lavarse sus dientes, desodorantes corporales. Al ver todo eso en los carritos de compras de sus amigas, layra pensó que también requeriría algo como eso en su proceso para dormir, así que fue por un carrito y llevó lo mismo.

Cuando estuvieron en la caja para pagar, layra se percató que la señorita encargada de cobrar los productos, regó un poco de su refresco en el espacio para poner los artículos. Las chicas se alarmaron un poco, pero layra mantuvo la calma observando; vio que la mujer sacó una toalla bastante larga. Observó que la mujer empezó a limpiar con bastante cuidado y rápido, absorbiendo toda la humedad.

En la mente de layra estaba ocurriendo que todo lo que tenía que ver con absorbencia le recordaba a los pañales. El ver esa toalla limpiar el desastre y dejarlo seco, le dio la idea más grande del mundo, por lo que se sintió la chica más afortunada del universo, ya que en su mente se gestaba la idea de que para prevenir sus accidentes al dormir, podría imitar la función de un pañal desechable.

Con eso, layra se decidió a retornar al dormitorio y pensar qué prendas usaría para eso mismo.

 

En el regreso, las cuatro amigas iban caminando, con sus bolsas, con sus accesorios que compraron. Iban muy felices, nadie pensaría que tres de esas chicas visionaban sus vidas llenas de esfuerzo y una de ellas, pensaba en cómo crear por lo pronto los pañales que quería tener.

 

Al llegar al dormitorio, layra guardó sus pertenencias compradas y se mantuvo relajada en su cama, emocionada porque al día siguiente tendrían que estar a primera hora en el salón con sus leotardos puestos.

 

Lo siguiente que pasó, fue que layra y sus amigas terminaron de conversar un poco en el dormitorio. Cuando todos los temas estuvieron aclarados y bien indicados, apagaron las luces y cada quien se fue a su cama.

Layra hizo lo mismo que todas para no llamar la atención, no sospecharan que estaría haciendo algunas cosas raras o no pensaran mal porque haría un poco de ruido.

Layra esperó a que pasara una hora y media. Pronto escuchó que los respiros de sus tres amigas se hacían más fuertes cada vez por estar profundamente dormidas. Por lo que ahí fue que pensó que ya era el momento.

Se puso de pie lentamente, sacando una bolsa con unas prendas que había destinado para su plan.

Caminando de puntitas se fue hacia el baño del dormitorio. Las luces estaban apagadas, por lo que si se veía su ser ahí andando en ese pequeño espacio, era un bulto oscuro.

Layra entró al baño, cerrando con el seguro.

Ahí mismo abrió la bolsa, poniendo sobre el lavadero las prendas. Como eran blusas suyas a las que no pasaría nada si desaparecían de su uso normal, en ese momento dejaron de ser prendas normales y pasarían a formar parte del pañal de tela que estaba dispuesta a confeccionar.

Así que sin conocimientos en formas ni apariencias del objetivo final, comenzó a doblar sus prendas, poniéndolas en un rectángulo. Cuando tuvo casi una prenda íntima, entonces se la puso.

Seguido de eso, se puso su pijama con la que dormiría.

Con hacer eso, estaba más que convencida que no mojaría la cama y su colchón estaría seco para la mañana siguiente. Lo menos que podría hacer aunque representara una labor un poco molesta, sería lavar las prendas que destinó a ser un pañal de tela.

Apagó las luces del baño y se fue a acostar a su cama, sintiéndose tranquila. Además, lo bonito de haber hecho esa confección con varias prendas, era que la sensación de un pañal era la real, aunque tuviera muchas capas de tela. Todo era agradable, era como un abrazo de un peluche muy suave.

Layra se metió a su cama.

La preciosa chica tuvo un poco de dificultad para dormirse, pero finalmente, después de una media hora, se quedó dormida.

La sábana que le cubría de los vientos fríos hacía bien su trabajo, además no dejaba ver la ingeniosa idea de la divina chica.

 

Al amanecer…

 

Layra fue la primera que abrió los ojos. No por el hecho que pronto sonaría el despertador, sino porque tendría que retirarse la idea aplicada en la noche anterior. Así que de la misma forma, se puso de pie, caminando apresuradamente al baño. En segundos fugaces, vio a sus compañeras dormir, con la boca abierta y una pequeña cascada de saliva escurrir de sus labios.

En el baño, layra se despojó las prendas, encontrándose con que había tenido los escapes de nuevo, pero la idea fue buena.

Claro fue que layra se sintió mal en ese momento, pero la comodidad que le estaba brindando el invento del pañal era suficiente como para no tachar todo de malo. Así que sin más, se apresuró a cambiarse por una ropa limpia.

Mientras se cambiaba y casi terminaba, escuchó que el reloj de alarma del dormitorio sonó.

Seguido los ruidos de sus amigas despertando y poniéndose de pie se hicieron más fuertes.

Layra se apresuró a salir, llevándose todo lo que usó en una bolsa.

Cuando salió, sus tres compañeras fueron ingresando al baño, cada una con sus propias cosas envueltas en toallas y bolsas. Por supuesto, también con sus propios secretos.

Dentro de un tiempo más, las cuatro amigas, salieron del dormitorio con sus leotardos puestos, también sus mallas, así como lo habían indicado en la primera sesión de bienvenida el día anterior. El leotardo no iba visible, sino que lo llevaban bajo una bermuda de mezclilla, solo llevaban visible las mangas largas.

También llevaban un calzado ligero, pues entrando al salón, tendrían que lucir como bailarinas bajo normas estrictas.

En esa mañana, también los varones estaban marcando territorio con cada paso que daban, pues también iban con sus mallas adheridas al cuerpo. Todos ellos parecían dioses, con una musculatura bien marcada, digna de su esfuerzo, la que derretía como cera a las chicas.

 

En un momento a otro, con la idea de ser buenos estudiantes en la danza, los chicos de la academia estuvieron en sus salones, haciendo unos pequeños estiramientos.

Layra esperaba de pie, viendo a sus compañeras que no conocía mucho, y las que compartían el cuarto con ella conversaban con otras. Todo era una buena relación grupal.

Los varones en la clase portaban sus mallas blancas y el leotardo interior, el cual permitía ver sus cuerpos, todo el esfuerzo que las profesoras tendrían que poner para que tomaran una complexión más decente, como la que tenían los estudiantes de grados avanzados. Layra pensaba quién de todos ellos usaba pañales, pero esa duda sería una muerte segura de responderse.

Unos pocos minutos después, llegó la instructora de la clase, quien vestía unas prendas ligeras, no usaba leotardo, sino una bermuda ajustada y una blusa de tirantes pequeños.

La clase dio inicio con los chicos y chicas formados, en donde todos, al ritmo de la música brincaban, se agachaban,  estiraban su cuerpo, haciendo un buen calentamiento, el que por ser aplicado y preciso, les hacía sudar como si fuesen unos medidos maratones.

Cuando acabó esa dinámica de calentamiento, layra estaba con su corazoncito acelerado y casi todo su leotardo lleno de sudor. Lo mismo era para las demás chicas, de igual forma los varones. Pero justo antes que se pudieran relajar, comenzó la dinámica de mostrar a todos sus aptitudes para el baile. Por lo que la instructora, puso una música sensual. Después, hizo que los varones y las chicas, fueran pasando uno por uno a bailar al centro de la clase.

Todos se sentaron en círculo, observando los bailes de cada uno.

Los varones hacían su mejor esfuerzo, aplicando sus conocimientos por llevar danza y baile anteriormente, lo que ayudaba mucho. Las chicas bailaban bien, causándose la guerra entre ellas en su primer día, pues algunos aplaudían a las que les gustaban sus movimientos.

Layra hizo lo que pudo cuando llegó su turno. Movió sus caderas lo mejor que pudo e hizo algunos brincos, indicando que sería una compañera y un rival duro de vencer.

Cuando layra se sentó de nuevo, su corazón latía mucho más rápido, su frente sudaba y sudaba, por más que se limpiaba con sus angelicales manos, el sudor retornaba. A pesar de afirmar que sus compañeras de salón eran buenos rivales para ser comprometida con la danza, no negaba que se las seguiría imaginando con su mismo gusto absorbente.

 

Al  terminar la clase, layra y todo su salón salieron para tomar un buen respiro, pues llegó una clase teórica.

Los varones y las chicas no se retiraron el uniforme, sus mallas y leotardos, sino que se pusieron unas prendas para cubrirlas.

Al hallarse repuestos, se hidrataron y se fueron a la siguiente clase.

En el salón de la clase teórica, todos se sentaron con sus amigos ya consolidados por ese día. Sacaron sus libretas, lapiceros y guardaron silencio para escuchar al profesor.

La clase teórica no fue nada agotadora en cuanto a lo físico, pero sí en la conciencia, pues los divinos chicos que estudiaban danza estaban bostezando y mostrando ganas de dormirse en la paleta de la silla.

Layra como siempre pensaba en los pañales.

 

Después de ese agobio de clases teóricas, llegó la última clase del día, la cual era de ballet clásico.

Las chicas y los varones se prepararon de nuevo con sus uniformes para ingresar al aula.

De nuevo se quedaron con sus mallas a la vista.

La profesora ingresó al aula, observando a todos, feliz de tener alumnos nuevos.

Ella se presentó cordialmente, escuchando por un momento fugaz sus nombres. Para hacerse más fácil la tarea de nombrarlos en clase, les pidió a todos que para su clase portaran una identificación hecha por ellos mismos, donde se viera su nombre en grande desde lejos.

Después de eso, los formó en las barras, indicando que se tendrían que mover al ritmo de su tronar de dedos o sus conteos.

El tenerse cerca, permitía ver las posturas de cada uno, los alumnos podían ver quien de todos estaba haciendo bien las cosas.

La clase de ballet era tranquila, aunque por segundos tenia movimientos que ponía a sudar a los alumnos.

Layra para poder resistir y aliviar su mente de la tensión, distraer sus músculos y abdomen, pensaba en los pañales, en la forma de conseguirlos a como diera lugar, pues en todas las horas de clases, en sus pequeñas distracciones, afirmó que sería pesado y cansado estar lavando sus prendas usadas.

Conseguirse pañales desechables sería algo grande a lograr en ese curso de danza, del mismo nivel que aprobarlo.




Capítulo 4 ↠





1 comentario:

  1. La historia esta interesantisima felicitaciones por poder dejar un mensaje como invitado tu si que sabes hacer las cosas soy un gran fanatico de las historias abdl,tbdl,abl etc empiezo leyendo a las 22.00 y me acuesto a las 4 o las 5 de la mañana.

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