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INVASIÓN MENTAL
Una tarde en que Nicole llegó de la escuela, su madre se retiró de nuevo en el auto después de asegurarse que la jovencilla se quedara con todo lo necesario para estar por tres horas en su casa bien resguardada.
Cuando
la chica cerró la puerta, se fue directo a su cuarto para despojarse el
uniforme escolar. En la habitación se preparó para desvestirse, y con habilidad
se despojó los botones de la falda larga, dejándola caer, alzando seguido sus
piernas para hacerla a un lado con los pies de una patada. Caminó con pasos
sexis hacia el espejo, sintiéndose la niña más linda del mundo, y sin duda
alguna lo era, pues ella cuidaba todo lo que había en ella, para no caer nunca
en manos del descuido corporal. Contempló su reflejo, admirando su bonito short
que llevaba, y también se lo despojó, haciéndolo a un lado con sus pies;
seguido vio su bonito calzón rosa con muchas estampas bordadas de princesas sonrientes,
dando muchas vueltas, para no perderse ningún detalle de ella misma.
Con
solo mirar los colores de sus prendas mientras modelaba, le vinieron a su mente
los recuerdos que le molestaron durante las clases de matemáticas en la escuela. Esos pensamientos le
incomodaron en todo momento, pues su mente le revelaba ilustraciones hermosas
de ella misma portando pañales desechables de los bebés. Ella no había tenido
contacto con los pañales desde nunca, solo en la imaginación curiosa muy
mínima, pero hacía horas en esos momentos se le hicieron fuertes, tanto, que no
comprendió mucho de lo que el profesor explicó llenando el pizarrón, deseando
tener un momento de privacidad en el baño o en otro sitio para masturbarse
mucho mas fuerte, así como lo había hecho aquella noche en que tuvo una
pijamada hacía dos días, en la que se cansó con solo estar probando lo rico que
se sentía al correrle los calambres por todo el cuerpo.
Le
seguían llegando preguntas de: ¿Cómo me veré yo misma con pañales? ¿Me
quedarán? ¿Existirán pañales para niñas grandes?
Tras
sentir que no habrían muchas respuestas cuerdas para sus infantiles preguntas
en ese momento de desesperación, decidió olvidarlas, y terminar de cambiarse
para estar cómoda en casa.
Al
estar vestida con un mallón blanco y una blusa verde, bajó al comedor para
abrir los recipientes con la comida que su madre le había dejado para ella.
Estando
ahí, abrió todos al mismo tiempo, admirando que habían verduras hervidas,
tortillas calientes y dos filetes de pescado empanizados con un bultito de
mayonesa en la orilla. Su estómago rugió como un león, pues no había comido
nada desde las nueve de la mañana en que salían a la merienda en la escuela.
Encendió
la televisión y puso su canal favorito en donde presentaban siempre las
caricaturas de princesas y animaciones cómicas que eran sus favoritas. Fue por
un plato para servirse, y al tener la alacena abierta, vio los platos en el
rincón donde ella comía cuando era pequeña, por lo que se le vinieron de nuevo
los recuerdos de lo infantil, lo tierno, y sin pensarlo, los cogió todos, la
cucharita con forma de helado, el plato con divisiones con el pato Donald y el
vaso con la forma de una oruga sonriente. Los enjuagó en el fregadero y se
sirvió la comida.
Masticando
las verduras y el pescado, vio en la tele el primer comercial donde anunciaban
pañales para bebés, viéndolos bastante atractivos, pues los objetos absorbentes
eran color rosa y con las imágenes de hermosas princesas de sus cuentos
favoritos. Ella sonrió en ese momento mirando sus verduras, luego alzó la
mirada hacia la televisión, cuando otro comercial apareció anunciando otros
pañales comunes, para niños y niñas, llevando cintas y siendo bastante cómodos
por las narraciones que daba la voz anunciante.
Nicole
sentía que esas imágenes de movimiento cuando el pequeño corría de un lado a
otro y la cámara enfocaba el pañal que se ajustaba bien a sus piernas y por
detrás, rápidamente pensaba en ella misma cuando se hallaba viéndose en el
espejo hacía momentos, pues los colores blancos y rosas le detallaban a su
divino ser con un pañal puesto, caminando y corriendo exactamente igual que el
niño o niña del comercial; incluso podía escuchar la misma voz de la mujer del
comercial, hablando de ella, como si de artículos absorbentes para niñas
grandes se tratase. Creando ella misma las palabras de su propio comercial,
ella las repetía en su mente mientras comía pacíficamente:
“estos pañales para niñas grandes, se ajustan
bien a su cintura, son cómodos, llevan barreras anti escurrimientos y son
bastante gruesos. Las cintas pegan como nunca y mantienen la piel limpia y seca
de la niña, permitiendo que los olores no los perciban las personas alrededor
de ella, sin que sepan que se ha hecho pipí o popó”…
Nicole
sintió que su mente nunca se había puesto tan creativa, ni ella misma pensó
estarse planteando ese tipo de ideas en esos momentos.
Así
que cuando decidió que no estaría perdiendo el tiempo sin vivirlo ni
disfrutarlo, aunque fuese una imitación de sensación, dejó la cuchara en el plato
infantil, y se levantó de la silla. Ahí de pie se bajó el mallón que se puso y
se sintió mucho más fresca que nunca. Al ver su calzón blanco, lo despegó un
poco de su piel, imaginándose traer el pañal que había inventado en su mente,
volviendo a escuchar las palabras que había ideado para su propio comercial. Se
sentó en la mesa para continuar comiendo, mientras respondía los mensajes que
su madre le enviaba a su celular:
¿CÓMO
ESTÁS MI PRECIOSA HIJA?...
-“Aquí
estoy, mami, comiendo como una tierna bebita”…
Cuando
dejó el celular en la mesa, se preguntó:
¿Cuándo
será el día en que ponga un pañal acostada en mi cama en estos momentos a
solas?
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