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Nappy 1000% - Capítulo 3







3



CUANDO NACE “EL QUIEN ERES”.







Habían pasado muchos días después de que la pequeña hermosa Nicole tuvo sus momentos en que se volvía como loquita pensando en artículos para bebés. En esos días que transcurrieron, no volvió a pensar en pañales por ningún momento, y cuando los divisaba por las calles al mirar a las madres con sus bebés o sus hijos pequeños, pensaba en cosas distintas para no recaer en eso como aquellos momentos.

Por la tarde, a la hora de la salida de la escuela, Nicole iba con sus amigas disfrutando de terminar las pesadas tareas de matemáticas e historia, con libertad por todo el fin de semana para irse a pasear y poder planear con libertad la ida al cine al siguiente día que era sábado.

Una de las amigas de Nicole llamada mindy le pidió que la acompañara a su casa para que pasara unas horas con ella, y disfrutaran de las películas que había comprado de princesas, comiendo golosinas con sabor a queso y pintaran las láminas que le compraron de la misma temática. Nicole aceptó gustosa, pasando a dejar sus pertenencias escolares a su casa, arrojando sus libros y mochila al sillón, corriendo a su cuarto para despojarse el uniforme escolar. Salió al encuentro con su amiga llevando un bonito mallón rosa, una blusa blanca de polo y zapatos morados, ajustándose sus cabellos con una liga.
-te ves hermosa, mi amiguita-. Dijo mindy, sonriente, dándole lugar a Nicole.
Su amiga agradeció, asegurándose su cinturón, y la madre de mindy partió al lugar donde pasarían primero.

En el auto, las dos amigas iban mirando todo el lugar en silencio, hasta que Nicole vio que se detuvieron en un supermercado.
-¿qué vamos a comprar?-. Preguntó Nicole.
-mi mamá va a comprar los pañales de mi primita que está en mi casa, la estamos cuidando por las tardes, pues mi tía trabaja en esas horas-. Respondió mindy, bajando del auto.

Nicole se sorprendió, bajando también, teniendo en su mente la visión de paquetes de pañales y lo que había hecho y pensado hace muchísimos días a solas. Dio por hecho que ya había sido superado, por lo que de manera normal se fue al lado de su mejor amiga, tomadas de la mano, ingresando al supermercado, sintiendo el clima del sitio, frío, viendo que habían zapatos, ropa, modelos, ofertas, variedad de utilería femenina por doquier.

Antes de irse al lugar de destino, vieron algunos zapatos, soñando con comprarse el par en algún otro momento.
Veinte minutos después, se fueron a la sección de bebés.
Mientras iban caminando, Nicole fue viendo que mientras más se acercaban, iba contemplando las cunas, las mesas para cambiar, todos los equipos para el cuidado de niños pequeños en las guarderías, apreciando el sentimiento que le hacía querer tocarlo. Sabiendo que su amiga no diría nada, se acercó a una cuna y la vio por dentro, tocando su colchón, apreciando que era bastante suave.
-¿te imaginas estar ahí dentro y dormir como bebé?-. Preguntó mindy, observando también.
Nicole sonrió, poniéndose roja, como si su amiga le estuviera leyendo la mente y provocara preguntas relativas a propósito.
Seguido llegaron a donde estaban los pañales, acomodados en pirámides, columnas y en espiral.
Nicole se sentía diminuta ante esas montañas de artículos, miraba hacia arriba y podía sentir que flotaría para tocar la punta del último paquete. Quiso olvidar esas ilusiones para no caer en la tentación y la ilusión de tener un pañal en sus manos, pero en ese momento, llegaron a su nariz los diversos olores de los paquetes, y más cuando la madre de su amiga fue poniendo paquetes de toallitas húmedas en el carrito, las cuales también liberaron olor infantil.
Nicole vio que mindy olía los paquetes de toallitas húmedas como diversión, y ella también lo hizo, disfrutándolo, respirándolo como si fuese una obsesión, y dejó el sobre en su lugar cuando se iniciaban a retirar, al ver que todo estaba completo en los requerimientos para el cuidado del familiar de mindy.
Nicole vio por última vez los tipos de pañales que había ahí, para niños y niñas, colores azules, blancos, morados, rosas, verdes pistache, con diversas texturas, tallas, en fin, y volvió a irse tomada de la mano con mindy.

Retornaron tranquilamente y llegaron a la casa de mindy.

Las dos niñas guardaron las cosas compradas en su lugar.

Nicole vio que la prima de su amiga era una pequeña de cuatro años, quien tenían usando pañales todo el tiempo, debido a que la tía de mindy no se los había retirado aún.

Pasó una hora, en la que las dos amigas jugaron como nunca en el cuarto de mindy, entreteniéndose con las muñecas y algunos peluches, en la comidita con frituras y golosinas, cuidándolas como si fuesen sus hijos.

Cuando bajaron para llenar las botellas con más agua de limón en la cocina, vieron que la madre de mindy le estaba cambiando el pañal a la pequeña bebé en el sillón, limpiándole con toallitas húmedas su piel, retirándole el calzón Huggies, el cual se hallaba totalmente orinado y no aguantaría más. La mirada de Nicole se puso seria, como si sintiera odio por la niña, teniendo esa voz en su mente que le decía de nuevo: “¿qué se sentirá tener uno puesto? ¿Te lo vas a perder o te lo vas a poner? Ella lo disfruta y tú no”.

Al beber su vaso con agua de limón, volvió a fijar su vista en la niña que fue puesta en su nuevo pañal de los que le compraron, admirando las maneras en que le cruzaban por las piernas y el grosor que tenía. Una fuerte inquietud le estaba dominando su mente, se estaba haciendo más fuerte cada vez con solo escuchar los ruidos de los elementos infantiles siendo guardados en sus estuches hasta el nuevo cambio. Ella se fue con su amiga de nuevo al cuarto, obligando a su mente a centrarse en el juego para continuarlo sin problemas.

Y así fue, las dos amigas jugaron con los peluches y las muñecas, las que tenían en una pequeña mesa con galletas y Sabritas en ambiente de fiesta.


MEDIA HORA DESPUÉS…


El juego de las dos tomó un ritmo más cuidador, a Nicole se le había pasado el efecto de la incógnita por los productos de bebés, por lo que pudo jugar normalmente, siendo la madre de dos conejos de peluche y mindy la madre de dos barbies.
-¿Qué te parece si les ponemos talco para que huelan rico?-. Preguntó mindy a Nicole, sintiendo que sus barbies y todos los juguetes olían a polvo y tela.

A Nicole se le hizo raro el tener que echarles ese polvo a los juguetes, pero tras pensarlo unos segundos sonriente, aceptó.
Al ver a mindy levantarse para ir por el talco de su primita, ella se mantuvo ahí hincada en su lado de la mesa sobándose el rostro y sus ojos, diciéndose a sí misma: “contrólate, contrólate, que no te afecte, que no te afecte”…

Así se mantuvo hasta que su amiga volvió con la gran botella de talco en las manos, agitándola y abriendo la tapa para utilizarlo.
Mindy empezó a rociar a sus muñecas con el polvo en todas partes, cuando acabó se la dio a Nicole.

Ella sintió los disparos de fragancias en su nariz, las cuales las sentía como besos en su ser. E hizo lo mismo con sus conejos de peluche.

Jugaban y jugaban, pero mientras mindy se hallaba inmersa en el juego, haciendo interactuar a sus muñecas, comiendo las golosinas de la mesa fingiendo que los juguetes lo hacían, Nicole se hallaba imaginándose usar el talco en ella misma, recordaba la manera en que se había visualizado a sí misma tendida en la cama, con una niñera o su madre quien le ponía un pañal a ella, preparándola como toda una bebita…

Nicole sentía que el talco olía a aceite, a jabones, un perfume delicioso que le derretía la nariz, la hacía sentirse inocente, sumisa, provocándole que todo ese sentimiento le obligara a querer disfrutar como las veces anteriores y terminar en fuertes gemidos tendida en su cama o en la alfombra.

Cuando quiso seguir en el juego, su amiga se puso a apretar la botella con talco haciendo que saliesen grandes nubes olorosas, riéndose, y Nicole tratando de reírse con ella solo quería respirar la fragancia. Nicole empezó a sudar, teniendo en su mente imágenes de pañales abiertos y que le hablaban diciéndole que se pusiera uno. Ella se dio una última oportunidad para olvidar el tema cuando se sentía excitada con el tema, pero luego recordó en un vistazo en el supermercado, que había paquetes de pañales en ventas en unidades y en pares bastante baratos, incluso, su madre no estaba en casa.

Eso le detonó la idea más fuerte en su mente. No pudo soportarlo más. Inmediatamente se puso de pie, decidida a tener un pañal en su cuerpo, y le dijo a su amiga:
-ah, mindy, me voy a retirar ahora mismo, creo que no podré quedarme hasta tarde, pues tengo que ir a casa para doblar mi ropa y limpiar el agua de mis peces-.

Mindy le sonrió, solamente se puso de pie y acompañó a nicole hasta la puerta. Se despidieron y la joven aspirante a ABDL se fue corriendo de la casa de su amiga lo más rápido que pudo, rendida en sus luchas mentales contra lo que no quería confirmar que le gustaba.

Nicole corrió calles y cuadras sin cansarse, rebasando a muchos chicos de su edad en bicicleta, quienes la veían y se enamoraban de ella a morir.

La chica llegó hasta el supermercado donde estuvo con su amiga, dirigiéndose sin pensarlo al área de bebés.

En la zona de pañales, estuvo viendo los precios de los paquetes que tenían un par, y se hallaban baratos. Tomó un par color blanco con princesas rosas, de talla jumbo para ella, pues no quería tener problemas con las cintas. Llevó una botella de talco y un sobre de toallitas húmedas. Contó su dinero en su bolsa de mano, apreciando que tenía la suerte de que le alcanzaría para los tres productos. Y se fue a la caja para pagar.
Al tenerlos en la bolsa del supermercado, se fue corriendo a su casa para no perder tiempo.

Cuando estuvo en casa, subió a su cuarto, calculando el tiempo que le quedaba libre antes que su madre volviera, por lo que tendría cuatro horas más para estar en pañales, incluso, usar los dos para no dejar pruebas.
Se encerró en su cuarto, llegando a la orilla de su cama, donde se despojó los zapatos, las calcetas, su blusa, su mallón, sintiendo el calor en su cuerpo, la excitación por el momento. Quedándose en su calzón blanco, se detuvo a palpar sus pañales y los elementos nuevos.

Al abrir el paquete de dos pañales, enseguida los olfateó, respirando sus fragancias, besándolos, abrazándolos, sabiendo y reconociendo que no podría luchar contra sus impulsos. Por fin tenía pañales en sus manos, por fin se pondría uno. Abrió la botella de talco y volvió a sentir los aromas a bebé, a niña, muriéndose por las ganas.

Así que no perdió más tiempo, se acostó, hizo a un lado la ropa que se quitó y se despojó lentamente su calzón de tela. Levantó sus piernas, midiendo la altura de las cintas en su cintura; bajó las piernas y se roció mucho talco en su vagina, frotándose lentamente, disfrutando de las cosquillas que corrían por todo su cuerpo al acariciarse, y procedió a cerrar el pañal lentamente, muriéndose por el sonido de las cintas al despegarlas. Cuando estuvo por fin con su pañal puesto, se puso de pie, caminando al espejo para verse ella misma, para saber si en la realidad se veía a cómo se había imaginado en las fantasías.

Al estar ahí, lo comprobó todo. Su joven cuerpo era hermoso con su pañal bien colocado. Dio muchas vueltas modelándolo para ella misma, viendo que se miraba bien la parte delantera y la trasera, de perfil, agachada. Hizo sus posiciones de gimnasia, poniéndose a gatas, parándose de manos, hasta que volvió a acostarse en su cama, para pensar lo que haría en ese momento y lo que pasaría después siendo ella así como era:
me he puesto pañal, tengo un pañal de bebés, desde ahora mismo me declaro loca por los pañales, los amo con locura, eso nadie lo puede negar, los necesitaré en todo momento, para estar a solas en mi casa, para ir a la escuela, para todo, y gozaré todo, y cuando digo todo, es todo”…
Justamente ahí quiso relajarse para empezar con usar el pañal, por lo que respiró lentamente hasta dejar de sudar, y reunió las ganas de hacer pipí que se le juntaron desde la escuela y en la casa de su amiga mindy, al mismo tiempo que pensaba:
Oh amiga linda, mi mindy, si tan solo pudieras verme en este momento, tengo un pañal puesto”…

Y entonces, sintió que el pipí se juntó, y entonces, poniendo su mano sobre la parte frontal, empezó a orinar lentamente, sintiendo los chorritos que se deslizaban por su piel, mojando sus pompas, absorbiéndose en todas las partes blancas. Con su mano sentía lo calientito de todo, y al terminar, quiso terminar como siempre la acción para bajar sus ganas de todo; metió sus manos en el pañal, abriendo sus piernas, sintiendo que el talco se había desvanecido, y frotó su piel, comenzando a masturbarse.

El pañal hacía ruidos por los movimientos de su mano, la cual sacaba y hundía con sus dedos, teniéndolos resbalosos, sintiendo el rozar de toda la capa de algodón que cubría sus ingles.

Así lo hizo, cuando sintió que casi no podía respirar por las fuertes cosquillas corriendo por todo su cuerpo, contuvo sus últimas cosquillas, y las liberó en un fuerte orgasmo, que le hizo brincar sobre la cama como pez fuera del agua, sacudir sus piernas, sacar su mano del pañal, toser, mirar hacia todos lados…
Se quedó boca abajo en la cama, pensando en todo lo ocurrido. Tocó por otros momentos más su pañal, sentándose, mirando cómo la pipí se esparcía por las partes secas que no llegó de enfrente y en sus pompas, reconociendo que sí eran buenos en la absorción.
Quiso quedarse el resto de las horas en su casa sola con ese pañal cargado de pipí, para ver televisión y seguir pensando en detalles emocionantes que le hicieran volver a masturbarse de otras maneras. 
Cuando faltaba media hora para que su madre volviera, se fue al baño para quitarse el pañal. Se dio una ducha, lavando bien su cuerpo, y al salir, metió el producto absorbente en una bolsa de plástico color negra, haciéndolo bolita, y se deshizo de él en la basura, hundiéndola hasta el fondo, sabiendo que su madre nunca lo vería, pues la basura la recogerían en dos horas.
Guardó el pañal que sobró en una caja fuerte que tenía en una esquina, junto con las toallitas húmedas y la botella con talco, cerrándola bien con su candado, guardando su llave en su alcancía que podía abrir por abajo.
De todo lo que hizo, no quedó ninguna prueba.

Su madre llegó, le dio muchos abrazos, la felicitó por todo lo bien hecho y se fueron al cine para ver una película.
Mientras Nicole iba sentada al lado de su madre, iba pensando en todo lo que hizo, reconociendo que su otra personalidad había nacido, y que se dejaría llevar por la ocasión, pero sobre todo, reconociendo el día que tuvo con dos palabras:




“fue hermoso”.












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