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Los estudios en pañales de Layra | Cap. 4

 


4

 

Un niño muy sospechoso

 

 


Por el día anterior, layra había salido de la clase de ballet con su leotardo cargado de sudor, parecía que se había metido a una piscina y nadado por muchas horas, ya que las profesoras que instruían en ballet se unieron para observar a los de primer grado, poniéndolos a hacer ejercicios más complicados por cada conteo.

Lo que les daba risa a todos los chicos aprendices de la danza, era que las profesoras contaban y caminaban con una regla en mano, dándoles nalgadas a todos para que no sacaran mucho las pompas y no encorvaran el cuerpo al estar sosteniéndose de las barras, también les daban nalgadas con la regla cuando al intentar hacer estiramientos de piernas en el suelo de madera no podían abrirse por tener miedo. Por eso mismo, a muchos varones y chicas les hicieron sonar la regla de madera en sus piernas. A layra le habían dado algunos azotes con la regla, ya que al querer desistir de la posición de abrir las piernas en el suelo antes de tiempo, era romper la resistencia y la disciplina grupal.  

Para los alumnos en general, no eran ejercicios complicados, sino posiciones metódicas que tenían que lograr a como diera lugar, y el esfuerzo resistiendo los ponía a escurrir sudor por cada poro de su cuerpo.

Los varones también terminaron con sus mallas empapadas de sudor. Cuando los alumnos en el grupo de layra se cambiaron en sus dormitorios, todos se dieron una ducha lavando bien su cuerpo, refrescándose con el agua y poniéndose ropa limpia, planificando luego, irse a caminar para relajar los músculos de sus piernas.

 

Para el amanecer siguiente, layra abrió sus hermosos ojos, en los que se reflejó el brillo del sol que penetraba poco por la ventana. Ella sonrió por estar bien un nuevo día, agradeció poder tener la oportunidad de ponerse de pie una vez más.

Así que cuando estuvo dispuesta a levantarse antes que todos, así lo hizo, no solo para ganar el baño a primera hora de la mañana, sino también para cambiarse el pañal de tela que hizo por sí misma.

Cuando terminó de cambiarse la ropa, guardó las prendas que había hecho como pañal de tela en una bolsa de plástico, para lavarlas más tarde. Seguido se metió al área de la regadera, para lavar con mucho jabón su divino  cuerpo, el que cuidaba mucho en todo aspecto, pues su cuerpo le daba la facilidad de sentir la comodidad del pañal de tela, y era su instrumento para bailar cuando tocaba hacer las competencias con sus compañeras de salón.

Al estar viéndose en el espejo, poniendo un poco de maquillaje a su piel, escuchaba que sus compañeras se iban levantando, organizándose para ver quien seguía a usar el baño después de ella. Layra ya llevaba sus mallas y leotardo puesto, pero como siempre, eran cubiertos por su bermuda de mezclilla. Como último proceso para verse como una divina aprendiz a bailarina, se ajustó sus largos cabellos en un nudo estilo cebolla. Salió del baño llevándose las prendas que usó como pañal en la bolsa, como si nada de eso hubiera ocurrido. A ese segundo día de clases y la llegada a ese internado de enseñanza en danza, le parecía que tener accidentes nocturnos no fuera tan malo.

Layra se fue hacia su cama, se sentó y terminó secándose los pies, poniéndose los zapatos y echándose de su dulce perfume.

 

Era bueno para todos los alumnos que tuvieran un tiempo para desayunar antes de tener la primera clase de danza.

Por lo que dentro de poco, layra y sus compañeras salieron caminando en ruta hacia la cafetería del internado.

Las cuatro amigas caminaban rápido para no perder el tiempo y que realmente les alcanzara para beberse un yogurt y comer una barra con fibra. Pero fue en ese caminar apresurado, que layra se adelantó a pasos rápidos de sus amigas para llegar, y justo al estar a varios pasos de ellas, se detuvo, pues la vida misma, le había hecho aparecer ante sus pies, un pañal desechable, seco, color azul y blanco,  con estampas de ositos tiernos, dejado o caído en el camino como por alguno de los otros chicos y chicas. Los preciosos ojos de layra estaban fijos hacia el suelo, hacia ese objeto con que se encontró. Le sorprendió mucho, pues había creído que en toda la academia sería imposible encontrarse con eso, con pañales, que seguramente, eran de alguien con un bebé.

Para disimular su sorpresa, su emoción, sus ganas de levantar el pañal y llevárselo, cuando llegaron sus tres compañeras, les dijo:

─Miren, un pañal está aquí tirado.

Sus tres amigas vieron el objeto en el suelo, teniendo dudas de eso, pensando lo mismo que layra.

─Se le debió caer a alguien con un bebé.

Comentó Alexa.

─Pero que raro, creí que aquí no entran mujeres grandes con hijos. Dijo julia.

─Pero no lo levanten, tal vez está sucio de algo, mejor que ahí se quede.  Dijo Viviana.

Layra afirmó eso que dijo su amiga, no podía levantar el pañal aunque se viera limpio, a lo que simplemente se fue en ruta a donde iban: la cafetería para apresurarse a desayunar. Pero en su mente, se llevó el sentimiento y la duda de eso que se apareció en su camino.

Ahora con cada paso que iban dando en ruta al lugar, la preciosa layra sentía esa misma presión y atracción real hacia los pañales, así como habían sido en las noches. La chica podía afirmar que era idéntico a tener mucha hambre, y no tener el dinero suficiente para comprarte una deliciosa hamburguesa con mucho queso. Pero luego, en su mente, layra le hizo un honor a su amor por los pañales, con solamente pensarlos.

Las cuatro amigas dieron unos pocos pasos adelante, dejando al pañal tirado atrás suyo, como cualquier otro objeto o basura. Entonces, un niño, al que las cuatro chicas le calcularon unos once años y medio al verlo,  salió de casi la nada, corriendo de haber estado como escondido detrás de un árbol. Layra y sus amigas no dijeron nada, solo vieron al chiquillo irse en sentido contrario a ellas.

Layra volteó por un momento y vio claramente que el niño que iba corriendo, al pasar por donde estaba el pañal tirado, se inclinó y se lo llevó escondido bajo la playera, como escondiéndolo. Sus otras tres amigas no se percataron de eso, pero ella se volteó rápido para seguir al mismo paso.                 

En todo ese breve camino a la cafetería de la escuela de danza, layra iba dudando porqué el niño recogería el pañal que nadie había recogido antes o desechado en la basura, le llamaba la atención la forma en que se lo llevó: escondido bajo la playera, como queriendo evitar que alguien lo viera con eso en las manos.

Al estar en el lugar, layra y sus tres amigas pidieron unos licuados y unas barras de fibra, de igual pidieron un poco de fruta picada con yogurt. Comieron todo rápido y se fueron a pasos veloces de nuevo al salón de baile.

Cuando todo estaba por comenzar, los varones y chicas se desvestían en los pasillos, pero no quedaban sin ropa alguna, sino con sus mallas y leotardos.

Por ser de primer grado, las chicas tenían su cuerpo en buena complexión, aún no presentaban rasgos de bailarinas avanzadas, pero se veían hermosas con esas prendas.

Los varones tampoco tenían el porte de un bailarín con mucha experiencia, en su cuerpo se podían apreciar los puntos a corregir en la alimentación para llegar a tener una finura hermosa, también los puntos a presionar en la zona muscular.

Poco después, ingresaron al aula de clases, dando pasos cuidadosos para no hacer sonar la madera con su peso y al caminar, pues desde ahí debían ser minuciosos con su porte, su estilo de representarse; si hacían mucho ruido con cada paso, los docentes en las asignaturas les decían que no debían sonar mucho sus pasos al caminar. Layra eso hacía, caminaba como ocultando en el salón, luciendo hermosa con su leotardo y sus mallas en esos colores, mucho más aún con la luz del salón, le brillaba como un ser maravilloso. Lo que tenía layra era que caminaba lento por pensar en lo que vio, no se sacaba de la mente el pañal que se había cruzado en su camino, mucho menos al niño que había levantado al objeto. Pensaba y pensaba como siempre, en la posibilidad de que el niño fuera quien usara los pañales para determinados fines, pues no podía dejar de ignorar el estilo de ocultamiento con que se llevó ese niño el pañal tirado. Le parecía muy sospechoso que un niño se lleve un pañal a escondidas, ella afirmaba que cualquier otro niño se llevaría el pañal en las manos sin tratar de ocultarlo. Con un voto positivo interior, afirmó que el niño tenía un misterio con los pañales así como ella.

Por fin la clase dio inicio. La profesora llegó y les indicó que iniciaran a caminar por el área; haciendo eso estarían calentando su cuerpo para hacer los demás ejercicios de baile. Layra movía sus brazos hacia adelante y hacia atrás, todos los demás chicos y chicas lo hacían coordinándose bien. Luego iniciaron a saltar, corriendo.

Todo eso era agotador, cada chico pensaba y pensaba en sus cosas para aliviar su mente un poco, layra como siempre, al hacer ejercicios que la hacían respirar como loca, pensaba en la caricia de un pañal.

Al final de la clase, las chicas y varones salieron como siempre, totalmente empapados de sudor, caminando a sus mochilas donde las dejaron en un pasillo cerca de la puerta, a buscar sus toallitas para secarse el sudor de la frente y de los brazos.

Algunos se hidrataron un poco, pues dentro de pocos minutos tocaría la clase de ballet.

Layra ya no quiso vestirse con su ropa, porque para ballet requeriría su mismo uniforme.

 

Cuando todos estuvieron listos, layra se fue a sentar un rato en el salón donde tomaría la clase, viéndose en el espejo, su hermoso rostro, cuidando que el maquillaje no se le cayera mucho ni su nudo de cebolla en la cabeza se le deformara.

Se mantuvo sentada, viendo a sus compañeros en general caminar por el salón, pues nadie quería perder el calentamiento en el cuerpo.

Unos cinco minutos después, al salón de ballet llegó la profesora con una joven compañía. Los chicos de todo primer grado vieron a la profesora y su acompañante. Cuando layra vio la compañía de su profesora, se llevó la sorpresa más grata de todo ese día, porque la compañía de su profesora, era el niño, el mismo niño que había levantado el pañal con que se encontró hacía un poco tiempo en esa misma mañana.

Layra se quedó impresionada por ver que el niño también practicaba danza, pues usaba el mismo estilo de uniforme que los varones de su edad, unas mallas blancas que le cubrían sus piernas y un leotardo en estilo de camiseta, prendas que le dejaban ver a todos la musculatura ya trabajada en su cuerpo. Como la luz era fuerte y permitía ver el color de la piel de todos en ese salón escolar de baile, layra pudo ver que el niño con portes de bailarín tenía un buen color de piel, caucásico, con cabello café oscuro en buen estilo de honguito, delgado y bien nutrido. Eso le gustó mucho. Se podía poner a admirarle eso al niño, pues le recordaba bien por lo del pañal.

Seguido, la profesora comenzó a hablar a todos, y les dijo:

─Hola, clase, este niño que ven aquí se llama Samuel, estará con nosotros en la academia porque viene de intercambio por todo un semestre. Además, es mi sobrino, así que con su compañía llevaremos todas las clases como siempre, espero no le hagan sentir mal y puedan darle buen lugar entre todos ustedes.

Las chicas de la clase le sonreían a Samuel con mucha ternura, pues era un chico lindo en todo sentido, se veía hermoso con su porte de bailarín y  con su uniforme de danza. Layra no podía creer que tenía a pocos metros de sus pies al niño que levantó el pañal, por lo que pensando, afirmó que tenía que hacerse amiga del niño nuevo tan rápido como fuera posible.

Luego, mientras layra pensaba en hacerse amiga del niño Samuel, la profesora dijo nuevamente:

─Bien, ¿Quién quiere tener a Samuel como amigo o amiga un rato para que no se sienta tan solito?

Layra sintió en lo más profundo de su ser que su oportunidad buscada ahí estaba, por lo que sin pensarlo nada, le dijo:

─Yo me ofrezco profesora, yo cuido y me hago amiga fiel de Samuel.

La profesora le sonrió a layra y permitió que Samuel se quedara con ella a su lado.

Entonces, la clase comenzó. Samuel le sonrió a layra, incluso el chico, tenía unas raras sensaciones de haber visto a layra anteriormente, pero su mente, como estaba concentrada en atender la clase, no podía ver claramente en sus recuerdos dónde fue.

Layra se unió con sus amigas en una sola barra, frente a ellas tuvieron a Samuel, quien fue haciendo los ejercicios al ritmo del conteo de la profesora.

Todos los chicos y chicas se estiraban en su barra, elevando un poco las piernas y los brazos. Las hermosas chicas como layra podían sentir que su leotardo les apretaba un poco el cuerpo.

Llegó un momento en el que layra y Samuel quedaron frente a frente en la barra, en la que por segundos se veían, sus estiramientos, todo lo que al cuerpo respectaba. Hubo uno de esos momentos de conexión de mirada, en los que layra y Samuel tuvieron lo mismo en la mente, los dos sabían ese momentito tan fugaz que era la razón de querer reconocerse…




Capítulo 5 ↠






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