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Los pañales
como el mejor remedio
Una preciosa chica llamada Layra se hallaba de pie
ante un gran colegio. Ella estaba haciendo fila para ingresar a las
inscripciones del ballet clásico. Sus nervios eran perceptibles pues su fina
piel estaba erizada por tanto movimiento de sus piernas, y en su frente se
podían percibir algunas gotitas de sudor. Pero ella trataba de mantener la
calma.
La hermosa chica estaba con su madre, pero la
mujer atendía sus contactos en su celular como para decirle a su hija que
mantuviera un poco la calma; sí sabía que su hermosa hija Layra estaba
nerviosa, pero confiaba en ella lo suficiente para no abatirla más con más
ideas y mensajes.
Layra tenía detrás a muchos chicos y chicas de su
edad. Los varones presentes en la fila también estudiarían ballet, por lo que
en un brazo sostenían sus carpetas donde iban sus documentos escolares y en la
otra mano, hacían cualquier cosa para hacer discretos sus nervios. Pero aun
así, con todos los nervios encima, no se perdían la oportunidad de apreciar a
las bellas chicas que tenían delante, incluyendo a Layra, pues sus divinos
seres las hacían compararse a las ninfas.
Poco a poco fueron avanzando.
Los chicos se inscribían llenando los papeles
correspondientes y entregando los que les solicitaron. Luego de eso, se iban a
un cuarto dentro de la academia, en el que se pondrían los uniformes para las
clases de ballet.
Layra tomó asiento con su madre para inscribirse.
La mujer que les anotaba en las listas de la academia les indicó todo lo que
harían en el lugar, lo que aprenderían y las normas generales. Layra escuchaba
atentamente.
El proceso de la inscripción era rápido, pero por
lo que entregaban y decían, parecía que fuera lento.
Tiempo después, layra y todos los chicos que
llegaron a las inscripciones estaban dentro de la academia.
Layra y su madre retornaron a su casa para
continuar con las labores que faltaban en cuanto a la escuela. Como la escuela
de ballet donde ingresó layra era una estadía de todo un semestre, la hermosa
chica tendría que empacar sus cosas para lograr estar fuera de casa y
permanecer tiempo completo en los estudios de la danza.
Así que eso mismo comenzó a hacer layra cuando
llegó a su casa.
La madre de la chica se fue a hacer la comida para
el día.
Layra sacó la maleta nueva que le dio su padre. En
ella, guardó sus prendas que usaba en todo momento. Las dobló y les dio un buen
lugar. En el instante en que empacaba, la hermosa chica sentía un poco de
tristeza, pues su cuarto era su mejor refugio, muchas cosas que pasaban en su
vida siempre se resolvían en ese mediano lugar, lleno de peluches y muñecas que
ya no jugaba, pero que llevaba en su corazón y en algunas ocasiones, les
confesaba algunos de sus deseos más íntimos; eso lo hacía porque afirmaba que a
pesar de ser una chica de quince años, no tendría por qué perder a su niña
interior.
Así que cuando tuvo todo bien guardado en su
maleta que llevaría a la academia de danza, se fue a ayudar a su madre en casa
con lo que fuera necesario.
Layra y su madre comieron en la tarde, conviviendo
mucho y sonriéndose, felices porque la hermosa joven de la casa, estudiaría lo
que siempre había querido y todo marcharía bien dentro de la academia de danza.
Más tarde, layra se preparó para partir.
Sus padres guardaron las maletas de layra en el
auto y la familia partió hacia la estación de autobuses, donde esperaría la
unidad de igual forma a todos los demás estudiantes que se inscribieron.
Al llegar a la estación, layra se fue a la sala de
espera, viendo a otros chicos de su edad, a otras chicas de su edad, todos eran
divinos y hermosas, pero en esos instantes, en sus corazones de buenos
bailarines, todos estaban nerviosos por partir lejos de casa.
Tiempo después, el autobús anunció su salida.
Layra y todos los demás chicos tomaron sus cosas e hicieron una fila para
abordar. Se despidieron y siguieron las indicaciones.
Layra tomó su lugar en el camión, observando el
ambiente. Nadie hablaba con nadie, todos con sus nerviosismos igual que ella
preferían mantenerse en sus propios espacios y en sus mentes.
Minutos después…
Todos los chicos sintieron que el camión
arrancaba.
Minuto tras minutos, layra y todos le fueron
diciendo adiós a su ciudad.
Era algo bueno que el camión llevase aire
acondicionado dentro, pues así no sufrirían de calor. También llevaba una
televisión, en la que les proyectaron una película, para los que quisieran
verla; los chicos que no querían ver eso, encendieron sus reproductores de
música y se fueron tranquilos, tanto, que poco a poco con el avance del viaje,
se durmieron en sus asientos.
Layra iba mirando por su ventana. Todo el ambiente
era tranquilo por ese viaje, era inspirador para dormir, por lo que se dejó
llevar.
Inclinó su asiento hacia atrás y cerró los ojos.
Su cansancio le permitió sentirse que estaba
disfrutando de un rico baño en el mar, en donde le acompañaban hermosas sirenas
que le invitaban a nadar por las zonas profundas. Ella accedió a nadar con las
sirenas, pues a pesar de ser seres fantásticos, sí que lucían como eso, pues
sus colas de pez brillaban con el brillo del sol en ese día y las aguas eran
totalmente cristalinas, por lo que layra podía ver los colores de las sirenas y
las sirenas podían ver los colores del traje de baño de layra, el cual era en
estilo leotardo.
De pronto, layra comenzó a sentir que las zonas
profundas de ese mar se hicieron muy intensas para ella, sus piernas no podían
hacer el impulso suficiente para que pudiera continuar nadando, por lo que la
respiración se le hizo difícil y decidió salir a la superficie para tomar aire.
Las sirenas le ayudaron a salir a prisa, pues ellas eran unas dominantes del
nado en zonas profundas del mar.
En el proceso de llevar a layra a la superficie,
la chica sintió que no aguantaría más para tener que respirar, por lo que a
escasos segundos de sacar la cabeza, abrió la boca, tragando agua, y abriendo
los ojos de su húmedo sueño.
Layra vio a los demás chicos ir tranquilos en sus
lugares, aunque no podía saber si dormían. Recordó el sueño que estaba
viviendo, donde las sirenas le llevaban sujetada de los brazos y la cintura a
la superficie. Por un momento pensó que el sueño había sido feo, por creer que
se ahogaría por soñarse en el mar, pero luego afirmó que fue bonito, soñar con
sirenas hermosas como ella fue algo que nunca había soñado.
Pero de pronto, cuando se acomodó en su silla,
sintió algo frío en sus piernas, algo bastante húmedo, como si le hubieran
rociado un gran vaso con agua tibia. Llevó sus manos a la zona para saber de qué
se trataba. La preciosa layra reconoció que se había mojado dormida. La mancha
de humedad era visible. Justo en ese instante y situación, supo que no podría
permitir que la vieran así, por lo que se despojó el abrigo y con mucha
discreción, se lo amarró la cintura por enfrente, para ocultar la mancha en su
pantalón. Lo bueno que su compañera de asiento iba dormida, con la cabeza
girada a la derecha; se podían escuchar sus profundos respiros.
Layra estaba sorprendida, no podía creer que tuvo
un accidente de esa calidad en ese viaje. Sus ojos estaban totalmente abiertos
y su mente no podía explicar por qué había sucedido. Pero después de un tiempo,
casi una hora y media de ir en ese viaje con mucho sueño, afirmó que era por
los nervios. Solo que no podía permitirse que sucediera de nuevo cuando se
durmiera, pues tenía más cansancio y faltaba el resto de la noche.
Layra se fue pensando en resistir toda la noche
sin dormir, aunque eso le generara problemas al siguiente día cuando tomaran
algunas clases de inducción a la danza. Pero se alivió su mente, cuando escuchó
en palabras de la encargada de la academia, que dentro de poco harían un receso
de viaje para pasar al baño y comprarse alguna bebida.
Layra se puso feliz de poder hacer uso del baño en
una estación de autobuses. Quería comprarse un yogurt para aliviar un poco sus
ganas de comer. Pero no quería algo líquido que después le provocaran ganas de
ir al baño y peor aún, le provocaran otro accidente al dormir.
Así que cuando el autobús hizo su receso, varios
de los chicos que iban a bordo descendieron de la unidad.
Layra esperó que todos se regaran un poco. Cuando
vio que toda la unidad estaba un poco vacía, se puso de pie con mucho cuidado,
abriendo su maleta que iba arriba. Por fortuna había guardado otro pantalón
ligero para ocasiones de cambio de ropa, para antes que iniciaran las clases o
algún curso de introducción. Lo enrolló en su brazo y caminó hacia fuera de la
unidad, llevando también su dinero.
Le indicó a la maestra a cargo que tardaría un poco
en el baño. La maestra le afirmó que la esperarían y tras esa indicación, layra
se fue al baño de las mujeres, caminando tranquilamente, guardando bien la
calma para que no la fueran a descubrir.
Pero justo antes de ingresar al baño, en esos
pasos lentos de la hermosa chica, los ojos de layra se pusieron en una señora
que preparaba a su hijo para un viaje seguramente largo, como el de ella, pues
vio que al niño le estaban colocando un pañal.
El cerebro de layra se iluminó con muchísima luz.
Ver eso le hizo entender que un pañal podría ser la salvación de su vida el
resto del viaje. Por lo que se fue a la tienda de la estación, y en el lugar,
preguntó si vendían pañales desechables. La persona que atendía le afirmó. Así
que la chica pidió el pañal más grande de todos y se llevó dos. Antes de irse,
layra compró su yogurt e igual unas galletas. Pagó y se fue.
Guardó todo lo que compró en su bolsa. El pañal se
lo guardó dentro de su blusa para que no lo viera nadie. Se encaminó al baño e
ingresó al más próximo, cerrando con seguro, haciendo todo con prisa y sin
pensarlo mucho.
Dentro del baño, layra se preparó para ponerse el
pañal a como el proceso demandaba. La ropa que se había ensuciado la hizo bola,
de forma que no se vieran las manchas de humedad y que todos pensaran que se
cambió la ropa por una más cómoda para un viaje de madrugada.
Con el tema del pañal, no le fue muy difícil saber
la forma correcta de usarlo, pues era obvio que las cintas iban detrás y las
figuritas delante.
Lo bueno era que el pañal era bastante grande, con
mucho elástico, por lo que no le costó en cerrarlo en su cintura.
Cuando estuvo lista, salió del baño. Por segundos
se vio el reflejo en el espejo. Dio varias vueltas, apreciando que el pañal se
apreciaba poco, pero al ir sentada, no lo sabría nadie.
Eso le dio mucha seguridad. Así que se apresuró a
abordar de nuevo. Lo mismo hicieron los varones y demás chicas hermosas.
El camión puso marcha de nuevo.
Layra sintió que su pañal era bastante cómodo. Era
la primera vez que usaba un pañal en su vida. El pañal en su cuerpo era una
buena envoltura que le protegería el resto de las horas en ese viaje.
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