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Una niña adulta y tan sucia
Trece años después…
Y así como Nicole se acaba los pocos pañales que
compraba en un momento pleno que para ella eran segundos, así se le fueron los
años. De los doce años, pasó a tener veinticinco años, en los que se convirtió
en toda una hermosa joven mujer.
Había finalizado sus estudios en mercadotecnia, al
igual que conseguido un buen trabajo en una empresa lejos de su ciudad, la que
le contrató; por ese motivo, la hermosa Nicole se tuvo que mudar y dejar a sus
padres, quienes se pusieron alegres porque su hija estaba tomando caminos de
vida propios y porque los dejaba, pero ya tenía las decisiones propias y Nicole
estaba decidida a irse, no solo por su trabajo, sino porque quería retomar un
viejo y abandonado gusto.
Pasó que un día, Nicole se tuvo que ver vista en
la decisión de decirle adiós a los pañales porque su madre encontró sus
posesiones en su cuarto. La mujer que cuidaba a su hijita le preguntó mucho
sobre esos dos pañales en el closet, pero a la chica le costó mucho dar una
respuesta coherente, su mente no le dio respuestas para negar y decir cosas
banales, por lo que se tuvo que ver forjada a revelar su pasión por los pañales
en cierto grado. Ese detalle enfureció a sus dos padres. Los dos adultos le
recriminaron a su hija sus infantiles pensamientos y la hicieron parecer una
chica tonta. Ese hecho hizo que Nicole pensara mal hacia los pañales, pero en
el fondo se le quedaron arraigados.
Después, la bella Nicole, creció y creció hasta
tener 25 años…
En una bonita mañana, Nicole salió de su casa para
abordar todo a su propio auto, diciéndole adiós a su cuarto, el que poco a poco
con su crecimiento fue dejando su apariencia de una niña hogareña, y tomó uno
sencillo, femenino en todos los aspectos y bien cuidado en el orden. El lugar
quedó casi vacío pues Nicole prefirió llevarse la mayoría de sus posesiones.
Sus padres le dieron un gran abrazo y la vieron
irse.
Nicole viajó con música en su auto por cuatro
horas, hasta que llegó a la ciudad donde estaba la sede de su empresa y su
nuevo departamento para ella sola.
En tiempos anteriores Nicole ya había ido a
remodelar su vivienda, por lo que una rica cama, una sala, y provisionales
elementos hogareños le esperaban en su orden.
Ella abrió normal, feliz, emocionada por llegar a
vivir completamente sola. Le dio un vistazo a todo su lugar, sintiéndose en
duda de qué hacer primero, pero por ese día de llegada, la mejor bienvenida,
era descansar las horas de manejo.
Varios días después….
Nicole ya se había adaptado a su nueva ciudad.
Todo en su trabajo fluía bien y como azares del
destino, como si este mismo fuese un capricho que la mantenía en su lugar, un
día sábado, cuando la bella Nicole se encontraba en un restaurante desayunando,
llegó una familia, una pareja con tres niños de siete años. Vio que los padres se
sentaron en la mesa de al lado y justo cuando quería ignorarlos, se dio cuenta
que la niña del par de hermanos, estaba usando un pañal bajo su mallón color
menta, el cual era visible aunque la niña trajese una blusa un poco larga que
le cubría sus pompas.
Nicole sabía cómo detectar un pañal, era como un
sexto sentido, una habilidad tan buena que no muchos podían gozar. Eso le hizo
sentirse como aquella vez en su vida como chica joven, cuando se hizo popó
encima delante de sus padres, cuando le dieron una cachetada bien fuerte hasta
casi hacerla llorar, al igual que sentirse mal por tener gusto por las cosas
con mal olor. Eso pasó por sentir una envidia hacia otra pequeña que usaba
pañales por razones raras.
Nicole siguió comiendo y dejó de ver ese panorama,
viendo su alimento como una mujer ofendida. Ella había ordenado un rico
desayuno estilo americano, en el que estaban en su plato unos huevos revueltos,
plátanos fritos con mucha crema y queso, tortillas, pan y un bulto de frijoles.
Había más gente en el restaurante familiar, todos
comían y mientras lo hacían, la bella joven Nicole masticaba sus porciones
pensando en las sensaciones de los pañales. Eso le gustaba y a la vez no, pues
afirmaba que era como volverse loca, era como querer algo en el instante y no
poder poseerlo, ser un fantasma y traspasar los objetos que deseaba tocar.
Momentos después, Nicole terminó de comer, pagó su
cuenta y se fue hacia su auto.
Al ir en el camino conduciendo, llegó hasta su
calle que la llevaba a casa. El tránsito era lento, pues era una calle
destinada al paso público y las personas acostumbraban a usarlo para ir a
diversos sitios.
Mientras Nicole iba avanzando en la fila, vio que
unas personas llevaban a sus bebés tomados de las manos, enseñándoles a
caminar, con ver eso, vio el pañal que usaban los bebés, intentó distraerse y
pensó en sus pendientes laborales.
Otro poco en la fila, Nicole vio que pasó una
señora con un chico de unos seis años, pero éste bonito niño tenía unas pompas
algo grandes y llevaba la ropa bien elegante. Nicole pensó que usaba pañales,
pero luego volvió a distraerse para no profundizar, puso su radio y así avanzó
seis minutos más.
Luego, a Nicole le tocó el color rojo del semáforo
para dar vuelta a su calle, y se detuvo. Mientras aguardaba, pasó una chica que
le recordó a sí misma cuando se compraba sus objetos absorbentes a escondidas,
pues la niña que caminaba en la acera llevaba a un bebé de unos tres años, que
ya caminaba y no usaba pañales, pero la hermana cargaba de la mano derecha un paquete
blanco y colorido.
A Nicole le gustó la apariencia física de la niña
que llevaba a su hermanito caminando de la mano, pues sintió que era ella
misma. Pero los pañales en la mano de aquella pequeña nena le hicieron sentirse
llena de la misma envidia, en ese instante la chica joven se sintió igual de
caliente como antes, movía sus piernas en señal de desesperación y justo en ese
momento, antes de cambiar el semáforo, decidió irse al supermercado para
comprarse unos suministros para ella misma. ¡Tenía que ponerse en pañales de
nuevo!
Nicole condujo rápido hasta llegar.
Ingresó con pasos rápidos y se dirigió al área de
bebés.
Echó un paquete de toallitas húmedas, una botella
de talco, una crema para rozaduras y se fue al área de pañales para adultos,
que estaba más a la vuelta de los bebés. Como ya tenía el dinero suficiente
para comprarse los que quisiera, entonces decidió llevar tres paquetes de
pañales para adultos.
Se fue a pagar y retornó a casa.
Nicole apenas abrió y cerró.
En su sillón, se desnudó completamente, dejando su
pantalón, su blusa, su sostén, dejando ver sus sensuales pechos, bien erizados;
por último, bajó su calzón, dejando ver a todo su departamento su cuerpo fino,
el de una diosa a punto de ponerse sus amados objetos de placer, sus pompas y
su vagina sin ningún bello. Nicole quiso permanecer para toda su vida como una
niña grande.
Con ese deseo, los pañales serían la cereza del
pastel.
Nicole se acostó en el sillón, observando los
pañales para adultos, detallando que eran iguales a los de bebés, más grandes,
sin aromas pero cómodos. La emoción hizo relajarse a su cuerpo, por lo que se
comenzó a echar mucho talco en su vagina, frotando lentamente, dándose masajes,
haciendo llegar a unas cuantas cosquillas que rápido le recorrieron el cuerpo
de diosa. Seguido, levantó sus piernas y puso crema en sus pompas, metiendo
bien sus dedos para cubrir su precioso ano. Puso el pañal bajo sus pompas y
cerró, cubriéndose su fuente de miel y placer.
No dudó en irse a ver a su espejo, admirándose de
nuevo, ahí estaba, con pañal, a sus 25 años de edad, usando algo para
incontinencia pero a ella le valía, usaría tantos pañales como fuese posible.
Bien por ese día, Nicole hizo sus quehaceres en su
casa, para cubrirse el pañal y poder salir a comprar unas cosas sin que le
vieran, se puso un vestido de mezclilla y unos tenis deportivos, algo ligero
para andar caminando esperando bajara el deseo.
Poco después, el producto de su cena en el día
anterior, una rica torta con carne y verduras, junto con el desayuno hicieron
su intento de salir. Nicole entró a su casa para poder gozarlo a gusto, ya era
el medio día y había salido a caminar un poco para conocer aún mejor el nuevo
barrio.
Apenas cerró la puerta, y ante su vivienda se hizo
popó en el pañal, dejando salir toda la bola calientita que le hizo oler mal.
Ya no tenía pretextos para no hacerlo, no estaban sus padres, no tenía más
familiares que llegaran repentinamente a arruinarlo, era una mujer hermosa y
libre con su pasión.
Cuando terminó de ensuciarse, su pasión ya la
tenían caliente en todo sentido. Nicole no necesitaba pensar mucho para decidir
hacer algo con la suciedad apretada en sus pompas. Caminó hacia su sillón y se
sentó, llevando la carga sucia hacia el frente de su vagina. Emocionada por la
vida libre, no dudó en masturbarse para sí misma. Metió su mano derecha con sus
largos dedos, sintiendo la masa batida en todo el algodón amarillo del pañal.
Tocó su propio clítoris, sintiendo los calambres más intensos por la maravilla
de tener una vida a solas. Frotó como una lámpara toda su vagina, metiendo los
grumos hasta el fondo, provocándose un rico orgasmo de mujer soltera.
Sacó su mano sucia del pañal, observando su
suciedad, sonriendo, afirmando ser una niña adulta tan sucia. Y se fue a bañar.
Que buena historia
ResponderBorrarMuchas gracias por venir y valorarlo todo. Saludos. :)
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