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La aparición de John, un gran
hombre
Nicole
estaba tan feliz con su nueva vida a solas, sin sus familiares que
entorpecieran sus momentos para usar pañales, los que cuando le llegaban eran
con las grandes ganas del mundo, ahora ya vivía tranquila, podía ponerse un
pañal cuando sintiera los ánimos para hacerlo. Claro que eso no le impedía los
momentos para tener compañía, ya había hecho dos amigas por parte de su sede de
trabajo, con las que salía a beber alcohol por los fines de semana. Ellas
respondían a los nombres de Miry y Denise.
Fue en una de esas salidas, con sus dos amigas, en
que Nicole se estaba divirtiendo mucho, se reía de los chistes que sus amigas
hacían, los que eran muy referenciales al sexo lleno de fetiches, los que de
repente le hacían pensar en sus pañales. Se encontraba un poco ebria, le
gustaban mucho las cervezas, disfrutaba de beberlas frías y comer muchas
botanas que servían en la mesa. Para esa noche Denise, tenía como invitado a su
primo, y cuando el primo de Denise llegó, éste llevaba un invitado más, un
amigo.
Las tres mujeres en la mesa se sorprendieron.
Nicole casi se ahoga al conectar la mirada con el otro, pero lo supo disimular
bien. Bajó la mirada ante semejante imponencia del hombre que acompañaba al
primo de su amiga.
Nicole se movió con sus dos amigas para permitir
que los dos caballeros tomaran asiento en la mesa, quedando de frente las tres
con ellos dos. Nicole conectó la mirada por unos largos segundos con el
acompañante del primo de Denise. A simple vista le encantó.
─Me llamo John─. Dijo el caballero a Nicole.
La mujer le dijo su nombre, saludándole con la
mano.
John y su acompañante invitaron dos rondas más de
cervezas a las tres chicas en la mesa, contando sus vivencias y haciéndolas
reír mucho.
Nicole ya tenía mucho alcohol encima, todo eso le
otorgaba la confianza para mantenerse tranquila y sobre todo, absorta en lo que
decía el gran hombre frente suyo, el que despedía aromas a alcohol y también a
tabaco. Eso le encantaba mucho a Nicole.
─¿Y qué me cuentas de tu vida?─. Preguntó John a
Nicole, deseoso de escuchar mucho de esa bella chica que tenía delante de él a
quien le brillaban los ojos.
Nicole bajó un poco la mirada, pensando en qué
cosas iniciar a contarle a ese hombre mayor, pues John le dijo que tenía 32
años, y ella apenas tenía 25, pero 7 años no era tanto. Así que al reconocer
mucho que John era uno de esos hombres que tanto se había imaginado en sus
sueños y en sus momentos de niñita con pañales, se dejó llevar por el encanto. Por
lo que le comenzó a relatar los mejores sucesos de su vida, pasando por alto lo
de los pañales. No tenía que sacarlo a la luz por ahora.
John escuchaba atento, le gustaba mucho la voz de
Nicole, afirmaba que algo había de raro y misterioso con ella, incluso podía
reconocer que a pesar de estar ebria, conservaba sus actitudes de una niñita.
Pasadas las horas, dieron las 3 de la madrugada.
Nicole y sus dos amigas tuvieron que irse.
John se ofreció a llevarlas a casa, para que a la
hermosa chica que conoció no le pasara nada.
Se fueron del bar en el auto de John, llevaron a Denise
y a Miry a sus departamentos, por último se fueron al de Nicole.
Al llegar, Nicole invitó a pasar a su nuevo amigo
a su vivienda, la que estaba bien arreglada, cómoda para ella misma.
Ingresaron, John sintió los aromas de un lugar
femenino, vio las decoraciones de algunos peluches en la sala de su joven amiga
y todo en buen estado. Nicole caminó por su lugar cuidando no caerse, sentía
que por momentos el suelo se le inclinaba o que sus pies se le volvían como de
goma por los grandes litros de cerveza que bebió en el bar. Tenía ganas de ir
al baño para liberarse de las ganas de orinar, pero quería hacerlo en un pañal
cuando se fuera John. Así que apretó para que no molestaran las ganas por un
momento más.
John se sentó en el sillón, estirando sus pies.
Nicole se sentó a su lado, para escuchar, ya que los dos tenían muchas ganas de
seguir platicando.
Justo ahí John comenzó a continuar relatando lo
que no pudo terminar cuando estuvieron en el bar, por la música y las
intervenciones de las dos amigas de Nicole. Contó las vivencias con sus
amistades en la juventud, los problemas en los que se metió por ser un poco
confiado y cómo fue que se convirtió en un hombre aplicado. También Nicole le
iba contando más a profundidad los detalles de su vida, por esos segundos de
emociones felices entre los dos, la chica quería liberarse y comenzar a
insinuar lo del tema de los pañales, quería de una forma u otra, el tema se
tornara un poco caliente para que se liberara el tema de su pasión, pero no
sabía cómo hacerlo.
De tantas risas y risas que tenían, ambos sentían
la necesidad de seguir entre aromas a tabaco y alcohol, a lo que Nicole dijo:
─¿Oye no quieres seguir bebiendo? Para que no te
preocupes puedes quedarte a dormir y relajarte al amanecer─.
John sonrió, sabía que Nicole era una de esas
chicas que cuando decían algo era que realmente lo querían. Así que le dijo:
─Claro. Sigamos, y gracias por la hospitalidad.
Pero, ¿tienes botella o cerveza?─.
─No, pero podemos pedirla a domicilio con los
bares que están abiertos─. Dijo Nicole.
John vio que la chica sacó su celular y comenzó a
teclear llamando directamente a un bar. Esperó por unos diez minutos que la
orden estuviera lista, siendo una botella y una caja de cigarrillos.
Mientras todo llegaba, continuaron conversando.
Una hora
después…
Nicole estaba tranquila en su sala, continuando
con John. Para relajarse mucho, se habían retirado los zapatos y calcetas, sintiendo
el fresco del suelo. Pronto tocaron el timbre y Nicole fue a atender.
Pagó la orden y se fue de nuevo con John para
seguir bebiendo. A esas alturas de la madrugada se les había bajado un poco el
alcohol que bebieron en el bar, pero con la botella, al grado de ir poco a poco
con ella, se les fue nivelando más y más.
Nicole sentía que podía quedarse en confianza de
John, no sentía preocupaciones por haberlo conocido en ese mismo día, si antes
se había desnudado ante la cámara para un extraño en el internet usando sus
pañales, ahora de grande bien sentía los ánimos para hacer cualquier cosa si la
ocasión se prestaba.
Mientras Nicole bebía su copa, John le preguntó:
─¿Y tienes algún gusto raro?─.
Nicole casi se ahoga de nuevo al escuchar eso, en
breves segundos el calor de su cuerpo aumentó y la mirada hacia su amigo mayor
se hizo más intensa. Si lo que quería era mencionar su gusto por los pañales
tenía que aprovechar esa pregunta, y le dijo:
─¿Cómo que gustos?─.
John dijo:
─No lo sé, lo que tú quieras, no diré nada─.
─Tú primero─. Retó Nicole, sonriente, acomodándose
frente a John con las piernas flexionadas, sosteniendo su copa con medio
líquido.
─Bueno, pues a mí me gusta mucho ser como
dominante, es decir, como autoritario, que si alguien requiere disciplina, me
gusta entrar en juego para aparentar ser algo como─.
Nicole sintió que su corazón bombeaba sangre a
toda velocidad, el alcohol estaba hasta en su alma, esa era la mención correcta
que estaba esperando en su vida por parte de un hombre de la talla de John, así
que ya no pudo resistir más. Decidió que le diría su gusto más íntimo, con el
que creció desde niñita; al fin y al cabo, si John no le correspondía con eso,
podría ignorarlo y seguir con su vida en la búsqueda de alguien más. La chica
afirmó que no tenía que perder nada, reiteró en segundos que si ya se había
mostrado ante la cámara para un extraño, podía hacer lo mismo pero en real. Y
le dijo a John sin tartamudeos:
─No te sorprendas mucho, a mí me gusta usar
pañales. Me gusta ser una niñita que los usa, como de unos cinco años. Así como
tú dices que te gusta ser, yo soy como esa niñita que a veces necesita
disciplina─.
John bebió una gran porción de su copa,
resistiendo el calor que le bajaba por su garganta. Se le hizo muy raro el tema
de los pañales, jamás en su vida lo había escuchado, no tenía idea de qué era
eso, pero en su interior sabía que todo el mundo guardaba secretos; incluso
pudo llegar a relacionar su modo de ser en la intimidad de alguien duro y recto
para alguien de menor edad. Así que le dijo a su bella compañía:
─¿Enserio? Me sorprende mucho. No tenía idea que
esos gustos existieran. Cuéntame más─.
Nicole vibró de alegría, quería echársele encima a
su amigo para besarlo y hasta sentarse en sus piernas, pero quería ir paso a
paso si era posible en esas situaciones de realidad, de estar ahí con otra
persona recién conocida. Así que moviendo un poco sus piernas por sentirse
excitada, fue relatándole a John sus inicios con los pañales, de cuando de niña
se masturbaba en la cama y cómo fue que los empezó a comprar a escondidas. Le
contó cuando se hizo popó ante sus padres y que le descubrieron dos pañales de
los que escondía en su cuarto. John como todo caballero escuchaba en silencio,
sonreía ante Nicole, le servía más líquido para hacer que se animara a seguir
despierta.
─Me sorprende todo eso. A ver que otro día jugamos
a eso que te gusta─. Dijo John.
Nicole no pudo más, así que simplemente se recostó
en el largo del sillón, estirando sus piernas, y metió su mano derecha bajo sus
pantalones y su calzón, aunque el botón estuviera un poco apretado. Metió sus
dedos por su vagina llena de humedad, la que en sí parecía como su boca,
despidiendo unos hilachos de saliva.
John se excitó justo ahí, la bella chica que
conoció se estaba masturbando para él. Y le dijo con tono coqueto:
─Oh… linda… ¿estas caliente?─.
Nicole siguió masturbándose, metiendo sus dedos de
la mano derecha, tocando su clítoris. El calor en su cuerpo le evitaba poder
decir que sí, pero tomó aliento y ánimos para interrumpirse, y le dijo:
─Sí estoy bien caliente… mira… me estoy tocando mi
vagina, me meto los dedos… quisiera que me pusieras mi pañal… quiero que me
pongas mi pañal─.
Nicole terminó de decir eso, y las ganas de orinar
que tenía se le liberaron un poco; por su vagina emergieron unos chorritos de
pipí, los que le ayudaron a sentir más rico mientras se frotaba entre las
piernas.
Con escuchar eso, John sintió que su pene se le
puso erecto, como una zanahoria. Se puso de pie, permitiendo que la chica viera
que estaba llenándose de calor.
─Claro, yo te pongo tu pañal. ¿Dónde están?─.
─En mi cuarto… abre una de las gavetas y saca el
paquete y todas las cosas de bebé que veas─. Dijo Nicole, sin tartamudeos.
Permitió que John fuera caminando hacia su cuarto,
pues no quería intervenir su estimulación. Solo se quedó frotándose, abriendo
el botón del pantalón para que su mano ingresara con facilidad.
John se apresuró para no hacer esperar a su
hermosa chica, en su interior sentía dudas de cómo poner un pañal, jamás en su
vida había puesto uno, ni siquiera a un bebé, pero podía hacer el intento.
Rápido ingresó al cuarto de Nicole, viendo todo en orden, algunas cosas estaban
desarregladas, como sus zapatos y algunas prendas sucias, pero vio la cómoda y
sacó lo que le indicó. Vio el paquete de pañales para adultos y los accesorios.
Regresó a pasos rápidos a la sala.
John vio que el pantalón de Nicole estaba manchado
de humedad, sabía que la chica se estaba haciendo pipí por la gran mancha en la
tela del pantalón, por lo que se apresuró a hacerlo.
─Abre todo el pañal y pones las cuatro cintas bajo
mi cintura, lo subes y pegas bien ajustado─. Dijo Nicole, con su tono bajito,
cerrando los ojos, sin dejar de masturbarse, sintiendo que las cosquillas
llegaban a todo su cuerpo iniciando en su vagina.
John hizo eso, abrió el pañal a todo su tamaño y
luego le despojó el pantalón a la chica, viendo el calzón color rosa de Nicole,
el que tenía una figurita de Hello Kitti
en la parte donde se frotaba, húmedo por el pipí que se le salía de urgencia y
los hilachos de su lubricación; se lo despojó lentamente. Nicole no tuvo pena
en que el hombre al que admiró por horas en el bar le viera toda su vagina, se
detuvo de meter sus dedos para permitir que le pusiera el pañal. Levantó un
poco su cintura, abrió las piernas un poco y ayudó a John para que el pañal
quedara bien simétrico.
Cuando estuvo con el pañal puesto, Nicole se quedó
masturbándose por una media hora, John le observaba.
─Déjame ver tu pene, quiero que te masturbes
conmigo─. Dijo Nicole a John. El joven hombre no tuvo problemas con eso, su
pene estaba más duro que un pepino, luchaba por romper la tela del pantalón. Así
que sin dilaciones, se quitó el pantalón, el calzón color negro, dejando ver su
pene bien cuidado, con unos pocos bellos largos, por donde en el glande
escurría una cascada finita de líquido pre seminal. Nicole se quedó viéndole el
pene a John, deseando hasta chuparlo como una rica paleta de fresa. Pero por
ahora quería incrementar su propio calor, si hacía algo más con él, tenia
muchas ideas para vivir esos tipos de gustos. Se quedó recostada haciendo
movimientos sensuales, gimiendo y respirando hondo.
Antes de
llegar a su orgasmo, Nicole liberó todas sus ganas de orinar en el pañal,
dejándolo totalmente empapado, casi escurriendo. No sacó la mano de entre sus
piernas, solo hacía presión en su vagina, sintiendo riquísimo el fluir de su
pipí amarilla por sus pompas y en su ano. Así, Nicole siguió frotando más y
más, queriendo meterse hasta toda su mano, le excitaba que un hombre le viera
lo que estaba haciendo. Cuando abrió los ojos,
─Mmm…. Mmm… Mmm… !!
Gimió… luego conectó la mirada con John y
entonces, explotó en su orgasmo, no pudo contener sus seis gemidos y casi
gritos de placer
─Aaah… Aaah… !!!
Con esos sonidos por la chica, John no pudo evitar
venirse. Por su pene brotaron las grandes gotas de semen blanco, los que
cayeron ante sus pies, casi cerca del sillón donde estaba la joven mujer disminuyendo
su placer y llena de alcohol en la sangre.
Nicole sintió que todo un cúmulo de su fluido
femenino emergió por su vagina, como si hubiese expulsado un chorrito de pipí,
pero ese mismo le hizo tener calambres súper intensos, como si un rayo le
hubiese caído. No abrió los ojos, solo seguía moviéndose sensual, frotando
lento, lento, hasta que poco a poco se fue poniendo fría, pero sin arrepentirse
y planificando que si se hacía de nuevo algo así con John, sería mejor.
Poco después, John se fue a limpiar su pene al
baño de Nicole, mientras ella se quedó en su sillón con su pantalón puesto. La joven
mujer ya no quería ni irse a su cuarto, por el alcohol todo le venía pesado. Solo
le dijo a John que se quedara para cuando saliera el sol y se fuera después de
hacerse algo de desayuno.
Para cuando los dos se quedaron recostados en los
sillones, apagaron las luces de la sala, pero no tuvo caso, ya que la luz del
nuevo día hizo que no hubiese oscuridad en el departamento de Nicole, solo una
iluminación tenue.
Horas después…
Nicole despertó donde se quedó, viendo que John
estaba en su mismo lugar, con su ropa puesta, pero sin zapatos. Nada de lo que
usaron se había retirado, todo seguía ahí en el suelo, el pañal orinado y el
calzón orinado seguían a plena vista.
─Despertaste, linda─. Dijo John.
Nicole no quiso ponerse a analizar si estuvo bien
o mal, enseguida le vinieron los breves recuerdos de lo que pasó. Le dolía
mucho la cabeza, aún sentía el pesar y podía afirmar que se arrepentía de haber
bebido tanto.
─Disculpa lo que pasó, no te volveré a molestar
así. No les vayas a decir a mis amigas de esto─. Dijo Nicole a John.
─No te preocupes. No te apures. Si quieres te
ayudo a reponerte y si gustas, te invito algo para…
─No… no es necesario… tomemos un poco de café aquí
y sin mencionar nada. Por favor─. Dijo Nicole, con su voz de mujer.
John le afirmó.
Los dos se vistieron e hicieron lo que Nicole
propuso. Antes de todo Nicole arregló su sala, tiró el pañal y su calzón a la
basura, no quería ni pensar si lo lavaría para usarlo en los días siguientes.
Bebieron una gran cantidad de café, sin hablar
mucho.
Al paso de una hora más, John se fue del
departamento de Nicole, teniendo ganas de irse al cine a relajarse, aunque el
hombre afirmaba que quería seguir durmiendo… lo haría en su vivienda.
Nicole se quedó por todo ese día pensando en lo
que pasó. Por un lado le encantó estar con John, era el hombre que tanto había
pensado en sus momentos con pañales, pero le daba inseguridad lo que llegó a
mostrarle…
Con el paso de los días, Nicole se mantenía siempre en línea con John por el celular sin animarse a hablar...
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