SEPARACIÓN
INEVITABLE
Al amanecer, Layra fue la primera en ponerse de
pie. Ella no se quitó el pañal con el que durmió, quería que fuera su amado
Samuelito quien le hiciera ese trabajo.
Solo se quedó sentada en su cama, leyendo los
últimos mensajes enviados de su madre, donde le demostraba lo emocionada que
estaba por volver a verle. Layra también le respondía con mensajes felices, a
pesar de sentirse triste en su interior por dejar de ver a Samuel.
Poco después, el chiquillo fue despertándose,
sentándose en la cama. Los dos se dieron su buen beso de buenos días en los
labios, disfrutándose mucho, ya les quedaban pocos momentos juntos.
Cuando ya Samuel se había lavado su bonito rostro,
entonces los dos procedieron a cambiarse los pañales el uno al otro. Primero
layra cambió a Samuel, dándole toda la limpieza del mundo, aplicando a su
bonito cuerpo de bailarín mucha loción con aroma a bebé, retirando el sudor de
su espalda y su pecho. Layra tiró el pañal a la basura y le ayudó a vestirse
rápidamente. Continuamente, fue ella quien se acostó en la cama, y Samuel hizo
el mismo proceso. Los dos se amaban muchísimo, podían disfrutar de todo eso sin
problemas. En esa pausa, layra le contó a Samuel su plan para permanecer
juntos, y le propuso que sería bueno irse con él, a donde fuera él, ahí iba
irse ella, aunque eso implicara no ver a su familia. Incluso layra propuso
buscar un lugar donde pudieran usar sus pañales con más libertad, fuera una
guardería para niños o jóvenes. Samuel valoró mucho a layra con esas ideas,
pero de todos modos, con mucha sabiduría, le dijo que sería bueno que ambos
tomaran sus propios caminos, por mucho que hicieran sus padres siempre iban a
interferir. Layra aceptó esa idea. Y siguieron dándose besos.
Poco después, los dos ya estaban listos y se
fueron a la cafetería de la academia para comer un poco en esa mañana.
Caminaron tomados de las manos, saludando a los demás y también a los
profesores que se encontraban.
En la academia de danza había un ambiente
relajado, todos los estudiantes habían aprobado sus asignaturas y estaban
libres de compromisos.
Ya en el lugar, Layra y Samuel comieron unos ricos
huevos revueltos con jamón, bebieron café y sonreían al recordar sus vivencias
juntos, desde que se conocieron y también mencionaban el tema de los pañales,
lo mucho que disfrutaban el usarlos y cambiarse mutuamente.
Más tarde, layra y Samuel se fueron hacia el salón
de baile. Los dos tenían ganas de seguirse disfrutando en la danza,
observándose y sobre todo, bailar juntos. Los dos se pusieron sus uniformes de
danza, layra llevaba su leotardo blanco, sus mallas. Samuel también se puso su
leotardo blanco, sus mallas. Bien podían bailar usando una ligera ropa, pero
querían verse con las prendas con las que se enamoraron el uno al otro, la que
permitía ver todas las formas en su cuerpo.
Layra puso la música y los dos bailaron un rato,
tomándose de las manos, la cintura. Se suponía que Samuel debía cargar a layra,
pero no, era al revés, era layra quien cargaba a Samuel por ser ella mayor que
el chico. Y así los dos disfrutaron mucho bailar las canciones, las mismas de
clase, pero ahora sin tanta presión.
Al día siguiente, layra y Samuel hicieron eso
mismo, se cambiaron los pañales mutuamente; en el proceso, los dos lloraron un
rato, secándose las lágrimas el uno al otro, sabían que al día siguiente se
separarían. Luego desayunaron juntos, sin tantas ganas. También se fueron a
bailar con las mismas prendas, con sus leotardos, disfrutándose mucho…
Al llegar el día domingo, Samuel ya estaba listo
para irse. Todas sus maletas con toda su ropa. Layra se había quedado con el
paquete de pañales. Antes de que el chiquillo se fuera con su tía para el auto,
los dos se fueron de nuevo al dormitorio, donde solo quedaban las cosas de
layra. Primero los dos se dieron más besos, los más duraderos de todo su tiempo
juntos, al menos, así lo sintieron, aunque hayan sido dos minutos de no separar
sus labios. Continuamente, layra le dijo a Samuel que lo iba a amar toda la
vida, lo iba a extrañar muchísimo, lloraría por mucho tiempo ahí sola en la
cama usando sus pañales como siempre fue. Samuel también le dijo a layra que la
extrañaría, le dijo lo mucho que la amaba, y que no la olvidaría nunca. Antes
de salir, Samuel pidió ser puesto en otro pañal, así no tener que pedir ir al
baño durante el viaje con su tía en el auto. Layra accedió a ponérselo.
Entonces, los dos caminaron tomados de la mano, y
al despedirse finalmente, se dieron un gran abrazo, se miraron a los ojos,
sonriéndose y llorando. A layra le dolía su corazón por tener que dejar de ver
esos hermosos ojos de Samuel, y el chico lloraba por dejar de ver a esa hermosa
chica. No pudieron soportar la idea de dejarse sin darse un beso, y se lo
dieron, a pesar que la tía de Samuel observaba la escena, sonriendo, sin poder
creer cómo fue que esa chica de quince años y su sobrino de doce años se
enamoraron e hicieron novios.
La tía de Samuel se dio cuenta que su sobrino se
veía raro del cuerpo, principalmente de la cintura, y como le conocía bien su
cuerpo por verlo mucho en mallas, con su leotardo blanco, pudo reconocer que en
ese momento estaba usando un pañal bajo la bermuda de ese día; pero ella no
dijo nada ante eso.
Finalmente, layra y Samuel dejaron de besarse. Se soltaron
de las manos y mientras layra se quedaba llorando, Samuel se subió al auto de
su tía, en el asiento delantero. Bajó los cristales y le dijo a layra que ya no
llorara, algún día en la vida se reencontrarían y serían felices, los dos
juntos para siempre…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario