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Los estudios en pañales de Layra - Cap. 19







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SEPARACIÓN INEVITABLE

 

 

Al amanecer, Layra fue la primera en ponerse de pie. Ella no se quitó el pañal con el que durmió, quería que fuera su amado Samuelito quien le hiciera ese trabajo.

Solo se quedó sentada en su cama, leyendo los últimos mensajes enviados de su madre, donde le demostraba lo emocionada que estaba por volver a verle. Layra también le respondía con mensajes felices, a pesar de sentirse triste en su interior por dejar de ver a Samuel.

Poco después, el chiquillo fue despertándose, sentándose en la cama. Los dos se dieron su buen beso de buenos días en los labios, disfrutándose mucho, ya les quedaban pocos momentos juntos.

Cuando ya Samuel se había lavado su bonito rostro, entonces los dos procedieron a cambiarse los pañales el uno al otro. Primero layra cambió a Samuel, dándole toda la limpieza del mundo, aplicando a su bonito cuerpo de bailarín mucha loción con aroma a bebé, retirando el sudor de su espalda y su pecho. Layra tiró el pañal a la basura y le ayudó a vestirse rápidamente. Continuamente, fue ella quien se acostó en la cama, y Samuel hizo el mismo proceso. Los dos se amaban muchísimo, podían disfrutar de todo eso sin problemas. En esa pausa, layra le contó a Samuel su plan para permanecer juntos, y le propuso que sería bueno irse con él, a donde fuera él, ahí iba irse ella, aunque eso implicara no ver a su familia. Incluso layra propuso buscar un lugar donde pudieran usar sus pañales con más libertad, fuera una guardería para niños o jóvenes. Samuel valoró mucho a layra con esas ideas, pero de todos modos, con mucha sabiduría, le dijo que sería bueno que ambos tomaran sus propios caminos, por mucho que hicieran sus padres siempre iban a interferir. Layra aceptó esa idea. Y siguieron dándose besos.  

 

Poco después, los dos ya estaban listos y se fueron a la cafetería de la academia para comer un poco en esa mañana. Caminaron tomados de las manos, saludando a los demás y también a los profesores que se encontraban.

En la academia de danza había un ambiente relajado, todos los estudiantes habían aprobado sus asignaturas y estaban libres de compromisos.

Ya en el lugar, Layra y Samuel comieron unos ricos huevos revueltos con jamón, bebieron café y sonreían al recordar sus vivencias juntos, desde que se conocieron y también mencionaban el tema de los pañales, lo mucho que disfrutaban el usarlos y cambiarse mutuamente.

 

Más tarde, layra y Samuel se fueron hacia el salón de baile. Los dos tenían ganas de seguirse disfrutando en la danza, observándose y sobre todo, bailar juntos. Los dos se pusieron sus uniformes de danza, layra llevaba su leotardo blanco, sus mallas. Samuel también se puso su leotardo blanco, sus mallas. Bien podían bailar usando una ligera ropa, pero querían verse con las prendas con las que se enamoraron el uno al otro, la que permitía ver todas las formas en su cuerpo.

Layra puso la música y los dos bailaron un rato, tomándose de las manos, la cintura. Se suponía que Samuel debía cargar a layra, pero no, era al revés, era layra quien cargaba a Samuel por ser ella mayor que el chico. Y así los dos disfrutaron mucho bailar las canciones, las mismas de clase, pero ahora sin tanta presión.

 

Al día siguiente, layra y Samuel hicieron eso mismo, se cambiaron los pañales mutuamente; en el proceso, los dos lloraron un rato, secándose las lágrimas el uno al otro, sabían que al día siguiente se separarían. Luego desayunaron juntos, sin tantas ganas. También se fueron a bailar con las mismas prendas, con sus leotardos, disfrutándose mucho…

 

Al llegar el día domingo, Samuel ya estaba listo para irse. Todas sus maletas con toda su ropa. Layra se había quedado con el paquete de pañales. Antes de que el chiquillo se fuera con su tía para el auto, los dos se fueron de nuevo al dormitorio, donde solo quedaban las cosas de layra. Primero los dos se dieron más besos, los más duraderos de todo su tiempo juntos, al menos, así lo sintieron, aunque hayan sido dos minutos de no separar sus labios. Continuamente, layra le dijo a Samuel que lo iba a amar toda la vida, lo iba a extrañar muchísimo, lloraría por mucho tiempo ahí sola en la cama usando sus pañales como siempre fue. Samuel también le dijo a layra que la extrañaría, le dijo lo mucho que la amaba, y que no la olvidaría nunca. Antes de salir, Samuel pidió ser puesto en otro pañal, así no tener que pedir ir al baño durante el viaje con su tía en el auto. Layra accedió a ponérselo.

Entonces, los dos caminaron tomados de la mano, y al despedirse finalmente, se dieron un gran abrazo, se miraron a los ojos, sonriéndose y llorando. A layra le dolía su corazón por tener que dejar de ver esos hermosos ojos de Samuel, y el chico lloraba por dejar de ver a esa hermosa chica. No pudieron soportar la idea de dejarse sin darse un beso, y se lo dieron, a pesar que la tía de Samuel observaba la escena, sonriendo, sin poder creer cómo fue que esa chica de quince años y su sobrino de doce años se enamoraron e hicieron novios.

La tía de Samuel se dio cuenta que su sobrino se veía raro del cuerpo, principalmente de la cintura, y como le conocía bien su cuerpo por verlo mucho en mallas, con su leotardo blanco, pudo reconocer que en ese momento estaba usando un pañal bajo la bermuda de ese día; pero ella no dijo nada ante eso.

Finalmente, layra y Samuel dejaron de besarse. Se soltaron de las manos y mientras layra se quedaba llorando, Samuel se subió al auto de su tía, en el asiento delantero. Bajó los cristales y le dijo a layra que ya no llorara, algún día en la vida se reencontrarían y serían felices, los dos juntos para siempre…










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