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NOCHE DE
PROMESA DE AMOR
Layra y Samuel se habían quedado tristes por la
noticia, ya eran las horas en las que debían estar dormidos, profundamente
dormidos, abrazados uno al otro como hermanitos, siguiendo su fuerte amor, pero
no, no podían hacerlo, el sentimiento de tristeza por tener que separarse
cuando Samuel se fuera a su lugar de origen, y layra se quedara sola en la
academia, les producía un enorme insomnio; junto a eso, las ganas inmensas de
llorar.
Hubo un momento de esos en los que a Samuel le
dieron ganas de usar el pañal que le puso su amada layra desde antes de recibir
la noticia, tenía las sensaciones en su interior de hacer las dos cosas
conocidas por la humanidad en cuanto a los pañales, y con el deseo de que fuera
su hermosa chica quien le cambiara, decidió hacerlo, porque no era buena idea
estar con esas sensaciones.
Después de que sucedió, a layra le dieron fuertes
sentimientos de tristeza, porque ya no podría atender a su amado Samuel como lo
haría, con todas los accesorios para bebés. Samuel se quedó quieto, permitiendo
que su amada chica le quitara todo eso de encima.
Layra hizo todo el proceso duradero, con la
finalidad de disfrutarlo, quien sabe por cuánto tiempo estarían separados,
condenados a vivir una vida sin el otro, bailando y sin sentirse sus cálidos
cuerpos, llenos de sudor en la piel y en sus mallas.
Al finalizar, layra puso otro pañal a Samuel y se
volvieron a acostar, acurrucados, escurriéndose las lágrimas el uno al otro.
Layra sabía que podía pedir permiso a sus padres
para irse con Samuel a donde el chiquillo se fuera, pero implicaría no verlos a
ellos, estar lejos de su familia, y esa idea le producía dolores de cabeza, el
amor hacia ese hermoso niñito bailarín le producía mucho dolor. Los dos tenían
una semana para poder disfrutarse el uno al otro en las compañías que siempre
se daban, disfrutar de los pañales juntos y cualquier otra cosa.
Igual ya eran los últimos tiempos en la academia
de danza. Todas las chicas hermosas y los chicos lindos bailarines ya contaban
con los hermosos y sensuales cuerpos que aprender ese arte les proporcionaba,
muchos habían adelgazado un poquito más, pero su cuerpo se moldeó bien. En los
hombres sus piernas se volvieron un poco musculosas, sus brazos más finos y
fuertes cuando les tocaba cargar a las chicas en los bailes, poseyendo un
cuerpo digno de admiración por las chicas cuando ellos bailaban en el escenario
usando pocas prendas. Las mujeres también cambiaron un poco, no fue mucho, pero
sí lograron verse distintas, se volvieron más finas, precisas en sus movimientos,
y cuando caminaban, a pesar de verse como ninfas, parecían plumas por verse tan
frágiles.
En cuanto al amor de Samuel y layra, los días se
pasaron como el caer de una lluvia, ya era viernes, Samuel se iría el día
domingo. Llegó el momento cuando el niño ya estaba empacando sus cosas en el
cuarto de layra, los dos no estaban usando pañales, solo usaban una bermuda
ligera para cada género. Los dos tenían en mente que lo pasado en la academia
parecía ser un sueño, que no fue de la realidad, los recuerdos juntos les
producían ganas de llorar cuando se quedaban viendo a los ojos. Layra sabía
bien que no encontraría a otro chico así de hermoso como Samuel, curiosito en
su leotardo de danza y divino cuando tenía los pañales puestos, eso le daba un
dolor en su pecho por la tristeza, sí que amaba a ese chiquillo, aunque fuera
más chico que ella, y lloraba sin penas; sí que layra parecía una niñita, no le
daba pena llorar así a pesar que la tía de Samuel le veía por ratos cuando ella
llegaba al cuarto donde dormían.
Layra veía la maleta de Samuel, por haberse
conocido usando pañales juntos, sin penas ni nada, le había llegado a conocer
todas sus prendas a ese chiquillo hermoso, su leotardo, sus bermudas, playeras,
todo tipo de ropa, y la sensación de separarse era como si le hubiesen dicho
que Samuel había muerto.
Cuando llegó la noche de ese mismo día viernes,
layra y Samuel se fueron a comer un poco. A pesar de la tristeza por tener que
dejarse, y con eso su amor, sí que sentían hambre. Se fueron a comer a la
cafetería de la academia tomados de la mano. Compraron unas tortas y comieron.
Al final, volvieron al dormitorio.
Por esa noche, después de haber visto televisión y
haberse dado algunos bonitos besos, los dos se cambiaron el pañal el uno al
otro. Cuando layra cambió a Samuel, usando toallitas húmedas y talco, le había
hecho prometer a Samuel que él siempre le escribiría a ella, y si en algún
momento el amor por ella se acababa, también se lo notificaría. Samuel aceptó
la promesa de hacerlo, aunque igual no quería encontrarse con otra chica de su
edad o mayor, con todo su jovencito corazón amaba a layra con fuerzas. Con las
mismas energías amorosas, cuando ya estaban en pañales, igual se fueron a
dormir, juntitos, disfrutando las últimas horas de su amor…
Horas después, cuando Samuel se había quedado
dormido por tanto llorar, layra abrió los ojos, teniendo la magnífica idea para
solucionarlo. En ese instante, prefirió no despertar a su amado chico, a quien
le escurría la saliva por dormir con la boca abierta y roncando en mínimos
sonidos. Layra se quedó tranquila, mejor le diría cuando amaneciera. Vio que el
pañal de Samuel ya estaba lleno, ya se lo cambiaría cuando amaneciera, y le
diría la idea…
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