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De paseo por
el lago de los bailarines
Layra y sus tres amigas, al igual que con Samuel,
habían cambiado los planes de irse a comer un helado, por el de ir al lago a
darse un fresco baño. La academia de danza era un prestigioso internado con
todo incluido, o al menos, casi todo para su estudio y sus paseos que quisieran
darse. Los estudiantes podían salir a un pequeño supermercado para comprarse lo
que quisieran, pero no para layra, pues ella no podía comprarse sus amados
pañales. Aun así, también podían irse a bañar al lago que estaba a un poco de
distancia del edificio donde recibían las clases de danza.
Layra estaba cerrando el dormitorio donde
descansaba con sus amigas. Llevaban en sus mochilas sus trajes de baño y un
poco de ropa para ponerse al regreso.
Layra iba emocionada por llegar al lago, en
primera parte porque sentía mucho calor, las clases de ballet le habían hecho
sentir los músculos de sus piernas y brazos bastante agotados. En segunda,
porque quería estrenar un traje de baño estilo leotardo que le hacía ver
bastante infantil, pues tenía muchas figuritas de personajes femeninos que vio
en su niñez, los que aún le gustaban mucho. Esa prenda le hacía recordar mucho
a los pañales, los que aún no podía conseguir ni poder decirle algo a su amado
amiguito Samuel. El leotardo que dejaría ver a sus amigas y su amado amigo lo
llevaba puesto bajo su bermuda y su blusa, al igual que con el uniforme de las
clases de danza.
Las amigas de layra que se llamaban Alexa, Viviana
y julia también llevaban sus trajes de baño bajo sus prendas de uso diario.
Las cuatro chicas llevaban el cabello recogido, un
estilo que como a cualquier chica del mundo, las hacía verse hermosas para todo
varón de la academia. También caminaban con una finura tan impecable, poco a
poco iban tomando el porte de unas bailarinas bien educadas, bien formadas,
sencillas, lo que podría dejar ver su sensibilidad de mujer en todo momento.
Caminaron por los andadores abiertos de su
escuela, respirando el aire fresco de la tarde, disfrutando del sol iluminando
su piel para también disfrutar del agua fresca del lago limpiarles hasta lo más
profundo de su alma.
Poco después, vieron a lo lejos a Samuel, quien
las esperaba en la salida de todo el perímetro lleno de andadores, para iniciar
por otro camino hecho de piedras pequeñas, el que conducía a una bajada, y la
bajada al lago.
Layra no dejó de ver a Samuel con mucha
discreción, ver a los chicos con mucho detenimiento era su mejor instinto, bien
podía quedárselo viendo por largos minutos, y justo cuando el niño iba a poner
la mirada en ella, volteaba a ver hacia otro lado o si no hacia el suelo.
Pronto, pasó eso mismo, Samuel vio que se aproximaban sus cuatro mejores
amigas, pero layra se llevaba el primer lugar. Layra se imaginaba en esos
segundos en las cosas que Samuel pudo estar pensando antes de la llegada con
sus amigas, si pensaba en cosas de chicos como videojuegos o, lo mejor para
ella, en pañales; le era tan divino pensar solo en eso con Samuel.
Layra se emocionó con Samuel y le dio un breve abrazo,
pero firme, con el que el niño pudo sentir el amor que su amiga tenía con él.
─¿Estás listo para nadar? Preguntó layra.
─Sí, estoy listo. Vámonos rápido porque tengo
mucho calor. Dijo Samuel.
El niño se echó su mochila al hombro, donde
también llevaba su ropa para cambiarse en el regreso.
De esa forma, los cinco amigos estudiantes de
danza se fueron en camino al lago, el que los esperaba con sus aguas limpias,
las que movía el viento como invitándolas a echarse el clavado que ansiaban.
Cuando llegaron, se aproximaron a un árbol de gran
altura, el que tenía sus raíces grandes y podrían servir como asientos.
Samuel divisó el área, esperando que no fueran a
llegar más chicos de la academia en ese momento, pues también tenía ganas de
lucirse con un traje de baño que sus padres le dieron para bañarse. El traje de
baño de Samuel era uno similar al que usaban los campeones en natación, uno
estilo calzoncillo, solo que era bonito, porque tenía estampas de sus
personajes favoritos de Marvel; le preocupaba que otros chicos mayores llegaran
y le hicieran burla por sus gustos infantiles.
Samuel confió en que todo estaría bien.
Entonces, luego de unos minutos, layra y sus tres
amigas, se empezaron a preparar para meterse al agua. Se despojaron las prendas
que les cubrían sus trajes de baño y quedaron con ellos a la vista de Samuel.
Samuel se impresionó por el traje de baño de
layra, era de bonitos tirantes y bastante colorido, como uno hecho para niñas.
El traje de baño de Alexa era un leotardo color
morado con muchos granitos de brillantina, ella parecía un ser mágico.
El traje de baño de Viviana era también un
leotardo color azul oscuro, estilo deportivo.
El traje de baño de julia igual era leotardo, éste
tenía un color neutro, y era amarillo oscuro.
Las cuatro chicas se veían hermosas.
Samuel se apresuró para quedar disponible y echarse
al agua.
Las cuatro chicas se fueron a la orilla del lago
para ir haciendo contacto con el agua poco a poco, primero humedeciendo sus
pies, luego el resto de sus cuerpos. Samuel esperó un poco, pues quería iniciar
a calentar su cuerpo antes de nadar. Ahí de pie, observando a sus hermosas
amigas, movió en segundos, sus brazos, sus piernas, e incluso, hizo una
abertura de sus piernas, abriéndose como lo hacían en las clases, mostrando la
gran flexibilidad de su ser.
Layra volteó a ver a su amado amiguito,
impresionándose. Enseguida le hizo muchos halagos, pues lograr esa abertura de
compás, era algo que ella aun no lograba del todo, y Samuel podía quedar
abierto de piernas como un muñeco de plástico. Las amigas de layra también le
hicieron halagos a Samuel, quien rápido se puso de pie para ir a la orilla con
ellas.
Pronto los cinco estuvieron dentro del agua del
lago, disfrutando de la frescura.
Nadaron felices, hacían competencias de quién
resistía más la respiración, también compitieron por quien ganaba en nadar
grandes distancias. Solo que en cuestiones de natación, Samuel no destacaba
mucho, siempre ganaba layra y Alexa en llegar a lo que fijaron como la meta.
Aun así, layra siempre se mantenía pensando en lo
fantástico que era Samuel, no podía dejar de pensarlo en el tema de los
pañales. En parte porque era algo que quería para ella misma, ansiaba poner sus
manos en productos como esos, pero también quería preguntarle algo del tema al
niño. Solo que era difícil iniciar esa conversación, le daba mucha pena
mencionar el nombre de ese producto que empezaba con la letra Pe, mejor
prefería aguardar al momento perfecto y que este se provocara por sí solo.
De esa forma se mantuvieron conviviendo en ese
tiempo libre en el lago. Conversaban sobre cosas de las que muchos chicos y
chicas hablarían. Tampoco faltaron los temas de las clases. A Samuel se le
hacía pesado todo eso en cierta forma, pues los niveles de enseñanza le exigían
un poco más del esfuerzo al que estaba acostumbrado. Lo bueno que no tenía que
hacer las clases teóricas como sus amigas.
Cuando bien finalizaron su convivencia en el lago,
se apresuraron para cambiarse y volver a los dormitorios.
Layra se cambió el leotardo infantil que lució en
esa tarde detrás de un árbol. Justo en esos momentos quería hacer muchas cosas
para su amigo Samuel, la emoción le aceleraba
el corazón, pero estaba indecisa, al final decidió que mejor no.
Samuel y las amigas de layra estaban sintiendo
frío mientras esperaban sus turnos un poco lejos del árbol donde estaba layra,
el viento de la tarde ya les ponía fríos sus principiantes cuerpos de
bailarines.
Después de unos minutos, todos estuvieron
cambiados con ropa seca. Lo último que hicieron fue secar sus cabellos con sus
toallas.
Guardaron todo en la mochila y así como llegaron,
regresaron.
Samuel se fue con su tía para cenar un poco, tanto
nadar le había dado hambre.
El niño se hizo dos tortas con mucha carne, aunque
también comió algunas verduras.
Layra y sus amigas también sentían hambre. Después
de dejar sus cosas en el dormitorio, se fueron en ruta a la cafetería. Comieron
allí un poco de fruta y carne hervida.
La noche de layra y Samuel se fue en prepararse
para dormir cómodamente. Los dos se pusieron en secreto sus protecciones. El
niño los usaba en sus versiones originales, y layra, en sus imitaciones por
ella misma. La hermosa chica no perdía la esperanza de tener pañales originales
para la noche y que Samuel le ayudara con ellos…
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