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¿Lo sabes o no?
Parte 1
René se había quedado dormido en su cama con el
celular sobre el pecho sin sentir por el hecho que el sueño le había vencido
totalmente.
Al día siguiente…
El joven despertó en posición boca abajo. Como
siempre acostumbraba a liberar saliva al dormir, tenía su mejilla llena de
humedad. Al abrir poco a poco sus ojos en la claridad del día, vio las
decoraciones en su cuarto y entonces recordó las peripecias que le pasaron por
el fin de semana. En un dos por tres, escuchó que abajo en la calle sus padres
y sus hermanos estaban subiendo al auto para irlos a llevar a la escuela, por
lo que intuyó que sus padres se habían olvidado de él para llevarlo a la
escuela, o que se había dormido y que por eso no estaba con el uniforme
escolar. Entonces se puso de pie, sintiendo el pañal seco que le cubría su
intimidad. Eso no le importó y se asomó por la ventana, viendo que
efectivamente, sus hermanos y padres se iban en camino a la escuela en el auto,
alejándose del estacionamiento en su acera.
Rene no se explicó eso, siempre su madre llegaba a
hablarle por las mañanas para que se pusiera de pie y se cambiara, pero ahora
no había sucedido. Al ver la gran cantidad de pañales en el mueble y las
decoraciones infantiles a niño en su cuarto, rápido el dilema con su castigo
fue lo que le aturdió la mente y le hizo perder el sueño y las ganas de volver
a dormir. El hecho que le hayan dejado en casa sin ir a la escuela, era algo
que sin duda, sus padres le explicarían muy bien.
Entonces, se quedó sentado en la cama, sintiendo
que el pañal se inflaba del algodón por el aire que le ingresaba al caminar, al
mismo tiempo le llegaban a su nariz las nubes de talco que aún seguía en su
piel, por el hecho de permanecer seco toda la noche.
El joven se quedó negando con la cabeza todo lo
que le hicieron, los cambios a su cuarto, el obligarlo a usar pañales, hacerse
pipí y popó en ellos, eso le daban ganas de irse corriendo y escapar de casa
para buscarse la vida él solo, pero al reconocer que en verdad no sabía nada de
la vida allá afuera, negó esa idea por completo. El sentir el frío de la
mañana, pues apenas iban a dar las ocho, le hizo sentir ganas de hacerse pipí.
El joven empezó a mover las piernas ahí sentado, luego se puso de pie, sin
poder disminuir las ganas. Así que pensando en dejarlo salir, fue dejando
escapar las primeras gotitas. Así fue, el pañal se puso un poco amarillo en la
parte frontal, una mancha que no dejó de crecer, porque el joven sintió que con
liberar esas intenciones, el chorro se hizo más intenso. Y entonces René se
mojó completamente. Sintió cosquillas en su cuerpo por aliviarse las ganas de
orinar, pues estas siempre le llegaban temprano; incluso en la escuela tenía
que salir al sanitario. René sintió rico la liberación, incluso como estaba con
camiseta, sintió las ganas de pasar sus manos sobre su pecho, erizándose la
piel para aumentar las sensaciones de sobre todo, hacerlo en pañales, aunque a
pesar de parecerle ridículo el castigo, sentía bonito mojarse en un pañal
puesto a la perfección por su madre.
Mientras el joven se quedó ahí en su cuarto, entre
sus piernas y en sus pompas el algodón del pañal con cubierta plástica se hizo
más voluminoso, con su mancha amarilla por el pipí que se expandió por esas
ambas partes.
Y René se quedó ahí recostado en su cama pensando
en el futuro de su vida con los pañales, sus amigos y Jordi.
Cuarenta minutos después…
Casandra y Diego retornaron a su casa en el auto,
estacionándose afuera.
René escuchó que de nuevo sus padres estaban en
casa, a lo que se asomó en la ventana, sintiendo nervios por el hecho que todo
su castigo estaría continuando así como lo indicaron. Lo peor de todo, su madre
querría cambiarle ese pañal, eso sería bueno, pero vergonzoso a pesar que ya le
había visto desnudo.
Casandra y Diego entraron, riéndose por escuchar
algunos chistes en la estación del radio en el auto, y lo último que dijo
Casandra, fue que se cambiaría de ropa para luego salir con su Renito a un
desayuno.
Pasó ese tiempo, Cas salió con nueva ropa y su
esposo también. Seguido los dos subieron las escaleras para ver a su joven.
Cas abrió la puerta. René se mantuvo sentado en la
cama con las piernas flexionadas, y la almohada sobre las piernas.
─¿Cómo durmió mi querido Renito?─. Preguntó Casandra.
René les respondió con gran duda y nerviosismo por
no querer saber los siguientes planes para él.
─Bien. ¿Por qué no me llevaron a la escuela?─.
Cas se rio un poco, luego le respondió a su joven:
─¿Cuál escuela? La secundaria no es para jovencitos
pequeños, pronto irás a una escuela diseñada por nosotros mismos, donde te
enseñarán con el estilo permitido y tendrás cosas para seguir en tu vida misma─.
Entonces René pensó en todos sus trabajos y tareas
escolares por hacer con sus compañeros, los puntos que obtener y lo que la
secundaria involucraba, sobre todo sus exámenes de grado y parciales. Y les
dijo de nuevo:
─¿bromean? No puedo dejarla. Esto es demasiado─. René
dijo eso sintiéndose enojado por el hecho de no tener distracciones, ya que la
escuela le servía como medio de socialización y distracción con sus amigos y
compañeros, sobre todos cuando hacían equipos y se ponían a conversar.
─Ya… no te preocupes. Ahora mismo no debes
preocuparte. Ahora hemos venido a cambiarte y prepararte para salir, vamos a
revisarte ese pañal─. Dijo Cas.
Ella entonces le hizo recostarse y diego le retiró
la almohada de las piernas, con la que los dos pudieron saber que su joven
estaba con el pañal en necesidad de cambio.
─Aparta las manos y has fácil tu cambio de pañal─.
Dijo Casandra, palpando el colchón de su joven, sonriente por que habían
absorbiendo bien, aunque sin saber que su hijo se había orinado de pie.
René no quiso decir nada ante el hecho que su
padre estuviese observando la escena, puesto que le viesen desnudo ya no era
novedad para los dos adultos. Así que solo pensó en obedecer a todo así como
indicó su madre acerca de las acciones obvias.
Casandra despegó las cintas del pañal a su hijo,
bajando la parte frontal. Diego le dio las toallitas húmedas a su esposa,
observando que ella iba tomando una y con esa misma le limpiaba las
entrepiernas a su joven de quince años, moviendo también su pene hacia los
lados, junto con sus testículos para no dejar olores a pipí en su piel. Luego
de eso, diego ayudó con levantar las piernas de René, dejando expuestas las
pompas del jovencillo, donde Casandra igual iba limpiando con otras dos
toallitas esa zona, pasando bien entre sus líneas y aseando bien su ano.
René sentía eso una tortura, que sus padres le
limpiaran como un bebé o un niñito, pero no quería ponerse rudo ni
desobediente.
Cuando Casandra terminó, Diego le dejó bajar sus
piernas. Cas hizo bola el pañal y su esposo le dio otro.
─Arriba las piernas─. Repuso Cas, al mismo tiempo
en que abría las extremidades del pañal.
René vio a los ojos a su madre, luego a su padre,
y sin poder evitar la emoción corporal de tomar esas posturas en su cama, no
pudo evitar los escalofríos que le hicieron ponerse más endurecido a su pene,
el cual tomó sus formas completas, aunque su bonito miembro se podía aun mover
flácidamente. Cas puso la parte trasera del pañal bajo sus pompas, y allí mismo
ella le empezó a poner crema para rozaduras en sus pompas, deslizando bien sus
dedos por sus líneas. René sentía rico todo eso, era como si a propósito
quisieran ver las proporciones de su cuerpo. Luego René bajó las piernas. El
pene casi erecto del joven no le importó a Casandra, y ella se lo roció talco
completamente, esparciéndolo con sus manos. Al final, le cerró las cintas tras
unos cuantos segundos lentos en los que esperó que el pene de su hijo redujera
su tamaño, para así ponerlo con la punta hacia abajo.
Como Casandra y Diego tenían planeado salir,
vistieron a su joven con un pantalón normal y una playera. Cualquiera que
conocía cómo se apreciaban los pañales bajo la ropa podía saber que René
llevaba uno, por lo redondo de sus pompas y el apreciable bulto frontal, pero
el que no, le podría dar igual.
Como final de arreglos personales, le dieron cinco
minutos a René para que se lavara la boca, y al término de todo, abordaron el
auto de nuevo.
─¿A dónde vamos?─. Preguntó René.
─A un restaurante a desayunar─. Respondió Diego.
René se ruborizó por el saber que habrían personas
que le podrían ver el pañal bajo la ropa por sus grandes y redondas pompas,
pero también le hizo sentir bien que no estaría en clases de álgebra, química,
geografía ni talleres por ese día, iniciando por lo que podría ser un rico
desayuno.
Y así lo hicieron.
Al llegar, dejaron el auto y entraron. René caminaba
sigiloso, sin dejar de ver a las personas, sintiendo que ellos podían saber que
llevaba pañal bajo el pantalón.
Se sentaron y ordenaron sus desayunos, atendidos
por un ágil camarero.
Casandra y Diego se pusieron a hablar sobre sus
asuntos en el trabajo, y cuando hablaban sobre el crecimiento de sus ingresos
en ventas de pañales, René sentía que lo hacían a propósito por el hecho de
estar castigado usando esos mismo pañales que producían en gran cantidad, y que
era por molestarlo con hacerles intuir a las personas alrededor que comían
tranquilamente que su joven usaba pañales. Lo cual no era para nada así. René parecía
un bonito joven común y corriente entretenido con su celular.
Luego de un rato, sus pedidos fueron entregados y
comieron.
Al final, el mismo camarero retiró los platos y Casandra
y diego se mantuvieron en silencio escribiendo las dudas de sus trabajadores
por sus celulares.
René igual se mantuvo leyendo los mensajes de sus compañeros
de salón, quienes preguntaban sobre tareas, cosas por llevar, y algunas cosas
tontas para hacer ruido en grupos de mensajería.
Pero pronto, su mayor tormento intestinal le llegó
a su paz. Volvió a mover las piernas ahí sentado, sintiendo que la piel de sus
brazos se volvió como de gallina, y las cosquillas por la urgencia que se hacía
frecuente cada minuto le llegaban hasta su cabeza.
Luego le preguntó a Cas en voz baja:
─Oye, ¿podemos irnos ya?─.
─¿A dónde?─. Dijo Cas, con voz bajita también.
─A casa, quiero ir al baño─.
─Pues hazte donde ya sabes─. Repuso ella con el
mismo tono.
─No quisiera, además no hay dónde limpiarme─. Dijo
René.
─Pues para eso estoy yo, Renito, yo te limpiaré,
si quieres puedes salir a donde está el carro y ahí liberarte─. Dijo Cas.
─Pero voy a oler─. Añadió el chico.
─¿Y qué importa? Para eso estamos nosotros que te
vamos a limpiar. Además sabemos que te gustan tanto tus accesorios que te
facilitamos para que no tengas que robarlos, ser un ladrón, ya que los tienes
en ti entonces considero que es sabio usarlos. Solo sal y hazte ahí, como sabes
hacerlo─. Dijo ella con tono gentil, cuidando sus palabras para no decir lo que
sí haría que las personas al lado supieran lo del tema central.
René vio que sería inútil que su madre le dijese
que se quitase el pañal y que entrara al baño del restaurante bajo su permiso,
el que por sus prisas, ya tenía ubicado, pero no escuchaba esas palabras mágicas.
Así que solo cerró sus ojos y continuó moviendo las piernas, sintiendo que la
gran masa se detenía ya en la punta de sus pompas. Luego Cas añadió en voz baja
a sus oídos:
─Si te sigues aguantando y no sales para hacerte
afuera ahora mismo, empezaré a hablar más fuerte ordenándote esto, mencionando
que traes pañal y sugiriéndote hacerte ahí, para que lo escuchen las personas. Mi
Renito no querrá eso…
René sintió el aroma a café en el aliento de su
madre, al ritmo que seguía reteniendo las ganas y creyendo en esas amenazas. Entonces
se dio por vencido, optó por salir al estacionamiento y confiar en que sus
padres le ayudasen a salir de ese mal oliente momento de nuevo. Así que se puso
de pie en marcha allá, haciendo una mueca y sonido de ¡Mmm!
Cas sonrió y le vio salir de la zona de mesas,
pasando al lado de unos niños que ella calculó tenían la edad de Eduardo.
René llegó con pasos rápidos a donde estaba su
auto familiar, recostándose al lado de la puerta copiloto. Recostó sus manos en
las rodillas, queriendo quitarse el pañal pero supo que habían cámaras y sería
estúpido hacerse en el suelo. Las ganas no cedían, y mientras retenía, luchando
mentalmente para no dejarlo salir, a su lado pasó un señor bien vestido que le
saludó:
─¡Buenos días!─.
René quiso saludar por cortesía, pero en ese
descuido, sus músculos se debilitaron y empezaron a dejar salir la tira de su
popó en el pañal. El joven supo que ya era hora de ensuciarse ahí, solo dejó
alejarse a la persona que iba en camino al restaurante y luego, pujó fuerte como
siempre, liberándolo todo, sintiendo esa gran carga que se apretaba contra sus
pompas, como una bola de masa tibia y concisa. Las ganas de orinar también
emergieron sin ser muchas, solo pintaron en el pañal una mancha amarilla que
por su ropa, no se veía. Los olores le llegaron a sus narices, pero para eso,
no podía hacer nada.
Se quedó ahí de pie viendo hacia todos lados, a
los carros pasar, a algunas personas que igual iban de pie en otras aceras, esperando
que sus padres salieran.
Cuando pasó, Casandra y Diego iban en camino,
leyendo el ticket de la cuenta y riéndose por sus conversaciones.
Llegaron a su auto.
─¿Todo listo?─. Preguntó Cas, a su joven.
René entonces afirmó con la cabeza, haciendo otra
mueca.
─Bien, bajaremos los asientos de atrás y sacaremos
las cajas de la zona de la cajuela, para que puedas acostarte. Tranquilo, no
abriremos ni dejaremos que te vean─. Dijo Cas.
Diego hizo eso mismo, abrió espacio y René se
recostó lleno de pena en ese reducido hueco de su camioneta, la cual a pesar de
ser grande, se sentía pequeña, mucho más con el tema de un cambio de pañal
sucio.
Cas le bajó su pantalón hasta los tobillos, al
igual que su calzón con figuritas, y abrió las cintas del pañal; bajó la parte
frontal, revelando la suciedad en las pompas de su joven, la cual al sentarlo y
recostarlo, se había batido hasta sus testículos.
─¡Que sucio quedaste, Renito!─. Dijo ella.
René levantó sus piernas, y su madre le limpió
rápidamente las manchas con la parte húmeda del pañal, la que tenía solo pipí. Seguido
hizo eso mismo con papel higiénico, toallitas, hasta retirarle toda la
suciedad.
Cuando terminó, Cas hizo bola el pañal sucio,
cuidando que todo con lo que limpió a su joven quedase dentro. Luego le echó crema
y talco en su pene y testículos, el cual por fortuna, no se le puso tan erecto.
Le subió su calzón y pantalón sin que metiese las manos, de forma rápida.
René sintió que todo fue una tortura en público, pensó
que si su amigo Jordi viese eso que le hacían, el obligarle a hacerse popó en
pañales y cambios en público, seguro que dejaría de ser su amigo.
─Bien, por ahora nos vamos a casa y no te voy a
poner otro pañal. Quiero que tu cuerpo repose el que haya sido tan constante el
traer uno desde la noche y ahora en la mañana, pues imaginé que querrías
hacerte popó como siempre después que terminas de desayunar. Bien, todo estará
perfecto en este día. Ah, anoche estuve hablando con Jordi, le invité a casa a
comer cuando saliera de la escuela…
René sintió que se quería ensuciar pero sin sacar
nada, sus nervios aumentaron por la idea de tener a su estimado amigo en casa,
que llegase a ver que usaba pañales o sus hermanos revelaran ese hecho…
Se fue sentado en su lugar en el asiento de atrás,
reconociendo que todo sería fuera de naturalidad....
Sigue por favor
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