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El castigo de René - Capítulo 5 - Parte 1











5


¿Lo sabes o no?

Parte 1





René se había quedado dormido en su cama con el celular sobre el pecho sin sentir por el hecho que el sueño le había vencido totalmente.



Al día siguiente…



El joven despertó en posición boca abajo. Como siempre acostumbraba a liberar saliva al dormir, tenía su mejilla llena de humedad. Al abrir poco a poco sus ojos en la claridad del día, vio las decoraciones en su cuarto y entonces recordó las peripecias que le pasaron por el fin de semana. En un dos por tres, escuchó que abajo en la calle sus padres y sus hermanos estaban subiendo al auto para irlos a llevar a la escuela, por lo que intuyó que sus padres se habían olvidado de él para llevarlo a la escuela, o que se había dormido y que por eso no estaba con el uniforme escolar. Entonces se puso de pie, sintiendo el pañal seco que le cubría su intimidad. Eso no le importó y se asomó por la ventana, viendo que efectivamente, sus hermanos y padres se iban en camino a la escuela en el auto, alejándose del estacionamiento en su acera.

Rene no se explicó eso, siempre su madre llegaba a hablarle por las mañanas para que se pusiera de pie y se cambiara, pero ahora no había sucedido. Al ver la gran cantidad de pañales en el mueble y las decoraciones infantiles a niño en su cuarto, rápido el dilema con su castigo fue lo que le aturdió la mente y le hizo perder el sueño y las ganas de volver a dormir. El hecho que le hayan dejado en casa sin ir a la escuela, era algo que sin duda, sus padres le explicarían muy bien.

Entonces, se quedó sentado en la cama, sintiendo que el pañal se inflaba del algodón por el aire que le ingresaba al caminar, al mismo tiempo le llegaban a su nariz las nubes de talco que aún seguía en su piel, por el hecho de permanecer seco toda la noche.

El joven se quedó negando con la cabeza todo lo que le hicieron, los cambios a su cuarto, el obligarlo a usar pañales, hacerse pipí y popó en ellos, eso le daban ganas de irse corriendo y escapar de casa para buscarse la vida él solo, pero al reconocer que en verdad no sabía nada de la vida allá afuera, negó esa idea por completo. El sentir el frío de la mañana, pues apenas iban a dar las ocho, le hizo sentir ganas de hacerse pipí. El joven empezó a mover las piernas ahí sentado, luego se puso de pie, sin poder disminuir las ganas. Así que pensando en dejarlo salir, fue dejando escapar las primeras gotitas. Así fue, el pañal se puso un poco amarillo en la parte frontal, una mancha que no dejó de crecer, porque el joven sintió que con liberar esas intenciones, el chorro se hizo más intenso. Y entonces René se mojó completamente. Sintió cosquillas en su cuerpo por aliviarse las ganas de orinar, pues estas siempre le llegaban temprano; incluso en la escuela tenía que salir al sanitario. René sintió rico la liberación, incluso como estaba con camiseta, sintió las ganas de pasar sus manos sobre su pecho, erizándose la piel para aumentar las sensaciones de sobre todo, hacerlo en pañales, aunque a pesar de parecerle ridículo el castigo, sentía bonito mojarse en un pañal puesto a la perfección por su madre.

Mientras el joven se quedó ahí en su cuarto, entre sus piernas y en sus pompas el algodón del pañal con cubierta plástica se hizo más voluminoso, con su mancha amarilla por el pipí que se expandió por esas ambas partes.

Y René se quedó ahí recostado en su cama pensando en el futuro de su vida con los pañales, sus amigos y Jordi.



Cuarenta minutos después…




Casandra y Diego retornaron a su casa en el auto, estacionándose afuera.
René escuchó que de nuevo sus padres estaban en casa, a lo que se asomó en la ventana, sintiendo nervios por el hecho que todo su castigo estaría continuando así como lo indicaron. Lo peor de todo, su madre querría cambiarle ese pañal, eso sería bueno, pero vergonzoso a pesar que ya le había visto desnudo.
Casandra y Diego entraron, riéndose por escuchar algunos chistes en la estación del radio en el auto, y lo último que dijo Casandra, fue que se cambiaría de ropa para luego salir con su Renito a un desayuno.
Pasó ese tiempo, Cas salió con nueva ropa y su esposo también. Seguido los dos subieron las escaleras para ver a su joven.
Cas abrió la puerta. René se mantuvo sentado en la cama con las piernas flexionadas, y la almohada sobre las piernas.
─¿Cómo durmió mi querido Renito?─.  Preguntó Casandra.
René les respondió con gran duda y nerviosismo por no querer saber los siguientes planes para él.
─Bien. ¿Por qué no me llevaron a la escuela?─. 
Cas se rio un poco, luego le respondió a su joven:
─¿Cuál escuela? La secundaria no es para jovencitos pequeños, pronto irás a una escuela diseñada por nosotros mismos, donde te enseñarán con el estilo permitido y tendrás cosas para seguir en tu vida misma─.
Entonces René pensó en todos sus trabajos y tareas escolares por hacer con sus compañeros, los puntos que obtener y lo que la secundaria involucraba, sobre todo sus exámenes de grado y parciales. Y les dijo de nuevo:
─¿bromean? No puedo dejarla. Esto es demasiado─. René dijo eso sintiéndose enojado por el hecho de no tener distracciones, ya que la escuela le servía como medio de socialización y distracción con sus amigos y compañeros, sobre todos cuando hacían equipos y se ponían a conversar.
─Ya… no te preocupes. Ahora mismo no debes preocuparte. Ahora hemos venido a cambiarte y prepararte para salir, vamos a revisarte ese pañal─. Dijo Cas.
Ella entonces le hizo recostarse y diego le retiró la almohada de las piernas, con la que los dos pudieron saber que su joven estaba con el pañal en necesidad de cambio.
─Aparta las manos y has fácil tu cambio de pañal─. Dijo Casandra, palpando el colchón de su joven, sonriente por que habían absorbiendo bien, aunque sin saber que su hijo se había orinado de pie.
René no quiso decir nada ante el hecho que su padre estuviese observando la escena, puesto que le viesen desnudo ya no era novedad para los dos adultos. Así que solo pensó en obedecer a todo así como indicó su madre acerca de las acciones obvias.
Casandra despegó las cintas del pañal a su hijo, bajando la parte frontal. Diego le dio las toallitas húmedas a su esposa, observando que ella iba tomando una y con esa misma le limpiaba las entrepiernas a su joven de quince años, moviendo también su pene hacia los lados, junto con sus testículos para no dejar olores a pipí en su piel. Luego de eso, diego ayudó con levantar las piernas de René, dejando expuestas las pompas del jovencillo, donde Casandra igual iba limpiando con otras dos toallitas esa zona, pasando bien entre sus líneas y aseando bien su ano.
René sentía eso una tortura, que sus padres le limpiaran como un bebé o un niñito, pero no quería ponerse rudo ni desobediente.
Cuando Casandra terminó, Diego le dejó bajar sus piernas. Cas hizo bola el pañal y su esposo le dio otro.
─Arriba las piernas─. Repuso Cas, al mismo tiempo en que abría las extremidades del pañal.
René vio a los ojos a su madre, luego a su padre, y sin poder evitar la emoción corporal de tomar esas posturas en su cama, no pudo evitar los escalofríos que le hicieron ponerse más endurecido a su pene, el cual tomó sus formas completas, aunque su bonito miembro se podía aun mover flácidamente. Cas puso la parte trasera del pañal bajo sus pompas, y allí mismo ella le empezó a poner crema para rozaduras en sus pompas, deslizando bien sus dedos por sus líneas. René sentía rico todo eso, era como si a propósito quisieran ver las proporciones de su cuerpo. Luego René bajó las piernas. El pene casi erecto del joven no le importó a Casandra, y ella se lo roció talco completamente, esparciéndolo con sus manos. Al final, le cerró las cintas tras unos cuantos segundos lentos en los que esperó que el pene de su hijo redujera su tamaño, para así ponerlo con la punta hacia abajo.
Como Casandra y Diego tenían planeado salir, vistieron a su joven con un pantalón normal y una playera. Cualquiera que conocía cómo se apreciaban los pañales bajo la ropa podía saber que René llevaba uno, por lo redondo de sus pompas y el apreciable bulto frontal, pero el que no, le podría dar igual.
Como final de arreglos personales, le dieron cinco minutos a René para que se lavara la boca, y al término de todo, abordaron el auto de nuevo.
─¿A dónde vamos?─. Preguntó René.
─A un restaurante a desayunar─. Respondió Diego.
René se ruborizó por el saber que habrían personas que le podrían ver el pañal bajo la ropa por sus grandes y redondas pompas, pero también le hizo sentir bien que no estaría en clases de álgebra, química, geografía ni talleres por ese día, iniciando por lo que podría ser un rico desayuno.
Y así lo hicieron.
Al llegar, dejaron el auto y entraron. René caminaba sigiloso, sin dejar de ver a las personas, sintiendo que ellos podían saber que llevaba pañal bajo el pantalón.
Se sentaron y ordenaron sus desayunos, atendidos por un ágil camarero.
Casandra y Diego se pusieron a hablar sobre sus asuntos en el trabajo, y cuando hablaban sobre el crecimiento de sus ingresos en ventas de pañales, René sentía que lo hacían a propósito por el hecho de estar castigado usando esos mismo pañales que producían en gran cantidad, y que era por molestarlo con hacerles intuir a las personas alrededor que comían tranquilamente que su joven usaba pañales. Lo cual no era para nada así. René parecía un bonito joven común y corriente entretenido con su celular.

Luego de un rato, sus pedidos fueron entregados y comieron.

Al final, el mismo camarero retiró los platos y Casandra y diego se mantuvieron en silencio escribiendo las dudas de sus trabajadores por sus celulares.
René igual se mantuvo leyendo los mensajes de sus compañeros de salón, quienes preguntaban sobre tareas, cosas por llevar, y algunas cosas tontas para hacer ruido en grupos de mensajería.
Pero pronto, su mayor tormento intestinal le llegó a su paz. Volvió a mover las piernas ahí sentado, sintiendo que la piel de sus brazos se volvió como de gallina, y las cosquillas por la urgencia que se hacía frecuente cada minuto le llegaban hasta su cabeza.
Luego le preguntó a Cas en voz baja:
─Oye, ¿podemos irnos ya?─.
─¿A dónde?─. Dijo Cas, con voz bajita también.
─A casa, quiero ir al baño─.
─Pues hazte donde ya sabes─. Repuso ella con el mismo tono.
─No quisiera, además no hay dónde limpiarme─. Dijo René.
─Pues para eso estoy yo, Renito, yo te limpiaré, si quieres puedes salir a donde está el carro y ahí liberarte─. Dijo Cas.
─Pero voy a oler─. Añadió el chico.
─¿Y qué importa? Para eso estamos nosotros que te vamos a limpiar. Además sabemos que te gustan tanto tus accesorios que te facilitamos para que no tengas que robarlos, ser un ladrón, ya que los tienes en ti entonces considero que es sabio usarlos. Solo sal y hazte ahí, como sabes hacerlo─. Dijo ella con tono gentil, cuidando sus palabras para no decir lo que sí haría que las personas al lado supieran lo del tema central.
René vio que sería inútil que su madre le dijese que se quitase el pañal y que entrara al baño del restaurante bajo su permiso, el que por sus prisas, ya tenía ubicado, pero no escuchaba esas palabras mágicas. Así que solo cerró sus ojos y continuó moviendo las piernas, sintiendo que la gran masa se detenía ya en la punta de sus pompas. Luego Cas añadió en voz baja a sus oídos:
─Si te sigues aguantando y no sales para hacerte afuera ahora mismo, empezaré a hablar más fuerte ordenándote esto, mencionando que traes pañal y sugiriéndote hacerte ahí, para que lo escuchen las personas. Mi Renito no querrá eso…
René sintió el aroma a café en el aliento de su madre, al ritmo que seguía reteniendo las ganas y creyendo en esas amenazas. Entonces se dio por vencido, optó por salir al estacionamiento y confiar en que sus padres le ayudasen a salir de ese mal oliente momento de nuevo. Así que se puso de pie en marcha allá, haciendo una mueca y sonido de ¡Mmm!
Cas sonrió y le vio salir de la zona de mesas, pasando al lado de unos niños que ella calculó tenían la edad de Eduardo.

René llegó con pasos rápidos a donde estaba su auto familiar, recostándose al lado de la puerta copiloto. Recostó sus manos en las rodillas, queriendo quitarse el pañal pero supo que habían cámaras y sería estúpido hacerse en el suelo. Las ganas no cedían, y mientras retenía, luchando mentalmente para no dejarlo salir, a su lado pasó un señor bien vestido que le saludó:
─¡Buenos días!─.
René quiso saludar por cortesía, pero en ese descuido, sus músculos se debilitaron y empezaron a dejar salir la tira de su popó en el pañal. El joven supo que ya era hora de ensuciarse ahí, solo dejó alejarse a la persona que iba en camino al restaurante y luego, pujó fuerte como siempre, liberándolo todo, sintiendo esa gran carga que se apretaba contra sus pompas, como una bola de masa tibia y concisa. Las ganas de orinar también emergieron sin ser muchas, solo pintaron en el pañal una mancha amarilla que por su ropa, no se veía. Los olores le llegaron a sus narices, pero para eso, no podía hacer nada.
Se quedó ahí de pie viendo hacia todos lados, a los carros pasar, a algunas personas que igual iban de pie en otras aceras, esperando que sus padres salieran.
Cuando pasó, Casandra y Diego iban en camino, leyendo el ticket de la cuenta y riéndose por sus conversaciones.
Llegaron a su auto.
─¿Todo listo?─. Preguntó Cas, a su joven.
René entonces afirmó con la cabeza, haciendo otra mueca.
─Bien, bajaremos los asientos de atrás y sacaremos las cajas de la zona de la cajuela, para que puedas acostarte. Tranquilo, no abriremos ni dejaremos que te vean─. Dijo Cas.
Diego hizo eso mismo, abrió espacio y René se recostó lleno de pena en ese reducido hueco de su camioneta, la cual a pesar de ser grande, se sentía pequeña, mucho más con el tema de un cambio de pañal sucio.
Cas le bajó su pantalón hasta los tobillos, al igual que su calzón con figuritas, y abrió las cintas del pañal; bajó la parte frontal, revelando la suciedad en las pompas de su joven, la cual al sentarlo y recostarlo, se había batido hasta sus testículos.
─¡Que sucio quedaste, Renito!─. Dijo ella.  
René levantó sus piernas, y su madre le limpió rápidamente las manchas con la parte húmeda del pañal, la que tenía solo pipí. Seguido hizo eso mismo con papel higiénico, toallitas, hasta retirarle toda la suciedad.
Cuando terminó, Cas hizo bola el pañal sucio, cuidando que todo con lo que limpió a su joven quedase dentro. Luego le echó crema y talco en su pene y testículos, el cual por fortuna, no se le puso tan erecto. Le subió su calzón y pantalón sin que metiese las manos, de forma rápida.
René sintió que todo fue una tortura en público, pensó que si su amigo Jordi viese eso que le hacían, el obligarle a hacerse popó en pañales y cambios en público, seguro que dejaría de ser su amigo.
─Bien, por ahora nos vamos a casa y no te voy a poner otro pañal. Quiero que tu cuerpo repose el que haya sido tan constante el traer uno desde la noche y ahora en la mañana, pues imaginé que querrías hacerte popó como siempre después que terminas de desayunar. Bien, todo estará perfecto en este día. Ah, anoche estuve hablando con Jordi, le invité a casa a comer cuando saliera de la escuela…
René sintió que se quería ensuciar pero sin sacar nada, sus nervios aumentaron por la idea de tener a su estimado amigo en casa, que llegase a ver que usaba pañales o sus hermanos revelaran ese hecho…

Se fue sentado en su lugar en el asiento de atrás, reconociendo que todo sería fuera de naturalidad....




    
  
  

 





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