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El Castigo de René - Capítulo 5 - Parte 2









¿Lo sabes o no?


Parte 2






Cuando llegaron a casa, Cas abrió la puerta dejando entrar a su joven y seguido ella y su esposo. René se quedó de pie en la sala, sin saber ahora que movimientos hacer, dudando si le dejarían ver la televisión o irse a su cuarto infantil. De tanto dudarlo, entonces les preguntó:  
─¿Qué puedo hacer por ahora?─.
─Podrías ir a jugar a tu cuarto, tienes muchas cosas ahí para no estar tan aburrido─. Respondió Cas.
Diego solo le afirmó con la cabeza.
René bajó la mirada en camino a su cuarto, subiendo las escaleras con pasos rápidos.
Al llegar, cerró la puerta, acostándose en su cama, hundiendo la cara en la almohada.




TIEMPO DESPUÉS…





René se había quedado dormido, despertarse temprano y ver a sus hermanos irse sin él a la escuela había causado un nivel más de cansancio, a lo cual le aumentó lo satisfecho por el rico desayuno, por lo que ni sintió cuando se durmió.
Ya era la una de la tarde, lo puso saber por el escuchar las alarmas de las escuelas primarias cercanas a su casa, las cuales por sus timbres fuertes llegaban a largas distancias.
El joven no había hecho nada, solo sentarse en su cama, patear las pelotas que le habían dejado para entretenerse; aunque también se había puesto a ver los pañales que le hicieron, le gustaba olerlos, respirarlos cerca de su nariz, sentir el algodón con su rico olor a infantil. Claro que sentía unas ricas sensaciones en su cuerpo, toda su piel reaccionaba por sonreír y afirmar que en el fondo le gustaban sus pañales, pero era una incomodidad total que su madre se los pusiera. Y cuando se hallaba pensando en ella, abrieron la puerta del cuarto:
─Renito, te pondré ahora mismo tu pañal, voy a ir por tus hermanos y me imagino ya tendrás ganas de ir al baño─. Dijo Casandra, dejando abierta la puerta.
René no dijo nada, únicamente hizo una mueca, pues de todos modos la privacidad de su vida y de su cuerpo ya la había perdido; antes, cuando su madre quería entrar al cuarto le tocaba la puerta, ahora entraba y salía como si fuese la sala.
Casandra tomó un pañal del mueble y le hizo señas a su joven para que se acercara a ella. René dio pasos ante su madre y Cas se inclinó para comenzar a bajarle los pantalones hasta los tobillos; seguido de eso le bajó su calzón de tela, el mismo que llevaba desde la mañana. El joven chico no quería poner mucho entusiasmo en el movimiento de su pene, pues no quería mostrar sus bonitas erecciones ante su madre. Acto seguido se acostó y su madre le levantó solo un poco las piernas, poniendo bajo sus pompas el pañal; ella midió bien su cintura que quedase simétrico; seguido siguió rociando talco en forma breve; luego cerró el pañal en la forma correcta con sus cuatro cintas.
Cas estaba apresurada por llegar a ver a sus dos chiquillos a la escuela, pues recientemente le habían dicho que salieron a las 12:40, por lo que Jimena y Eduardo esperaban sentados en las escaleras que rodeaban la plaza cívica.
Dejó a su joven chico con el pañal y se fue preparando sus llaves.
─Regreso rápido, no tardo─. Le dijo a su joven.
René la vio irse en el auto desde su ventana, ya se había vuelto a subir la ropa para cubrir el pañal. Tras esos momentos con su casa a solas, entonces se fue a preparar un poco de yogurt con cereal.



POCO DESPUÉS…



Cas volvió con Jimena y Eduardo en el auto.
Los dos chiquillos dieron un salto del auto y fueron corriendo para entrar a casa. René los escuchó y los vio, que venían con su ropa sudada por el día, como cualquier par de niños escolares. Luego vio entrar a su juez, quien además cargaba bolsas con refrescos y algunas bebidas. Durante todo ese tiempo se había puesto a desear que la comida se cancelara, pues era donde llegaría Jordi, pero al parecer todo seguía normal; incluso le había enviado mensajes a su amigo preguntándole si realmente llegaría, pero aún no leía los textos.

Los momentos se fueron pasando como si nada, René se mantuvo en su cuarto observando como siempre con abrir la puerta un poco, y ver a sus hermanos poner la mesa con los vasos y platos, las cucharas, a su madre indicar que pusieran todo bien para comer debidamente. Mientras el joven hacía eso, entonces sonó su celular con los mensajes de Jordi quien dijo que ya iba en camino.
Eso le generó urgencia de rogar a su madre una petición solo por el día, y entonces salió bajando en brincos. Llegó ante ella y le dijo:
─Mami, ¿puedo quitarme esto… el pañal para comer mientras está Jordi en casa? No quiero que lo sepa, no quiero que vea estos bultos en mí, es muy obvio que traigo algo como esto─.
─Claro que no, mi Renito. Además no me gusta ese estilo de lenguaje, no he podido ver qué edad es la que tienes con esto, tu vida, yo sé que los niñitos como el que vi en ese papel no pueden hablar así de perfecto…
─¡Sí… si... lo sé, pero solo será por este momento, anda… Jordi ya viene y no quiero que sepa de esto. Créeme que me esforzaré por aparentar otra edad pero por favor hazme caso!─. Suplicó René.
Casandra analizó la petición sin verle, pues estaba preparando las tortillas en su recipiente, al igual que se aseguraba que la salsa picante estuviese bien condimentada. Luego le dijo con tono severo:
─Te daré hasta el viernes para demostrar eso, estos días quiero que pienses tu verdadera edad y te centres en demostrarla, ¡¡Y más te vale que lo hagas!!─.
René comprendió que a pesar que le estaba dando el castigo más merecido de su vida, sí que estaba empeñada en no negociar con muchas otras cosas. A lo que en breve, le sonrió a su madre, pero ella no devolvió el gesto.
Seguido se echó una carrera a su cuarto, donde rápidamente se bajó el pantalón y su calzoncillo, despegando fugazmente las cintas, incluso rompiéndolas, como si fuesen verdadera cinta adhesiva. Arrojó el pañal hasta el fondo, como si fuese una pelota y se subió la ropa. Pensó en cerrar su cuarto con llave para que Jordi no entrase como siempre, pues él siempre acostumbraba gozar de su cuarto recostándose en la cama después de comer, a lo que ahora le dejaría hacer eso en su sillón de la sala; solo que cuando se puso a buscar las llaves, no las encontró por ninguna parte, en ninguna gaveta de las que aún quedaron en su cuarto, pues eran llaves que no formaban parte de su llavero casero. Enseguida dedujo que su madre le despojó las llaves de su puerta.



MEDIA HORA MÁS…





Rene se llevó ese tiempo buscándolas, pero no las encontró por mas que revolvió los pañales y las nuevas cosas infantiles. Su corazón casi dio un paro cuando escuchó sonar el timbre de su puerta, seguro ya era Jordi. No quiso abrirle la puerta como siempre hacía en otros días, solo dejó que el chico de siempre lo hiciera, Eduardo, quien le cedió el paso al joven de la misma edad de René, quien vestía su uniforme e iba lleno de calor por ese día.
─Adelante Jordi, ya vamos a servir la comida, llegaste justo a tiempo para comer─. Dijo Casandra, abriendo los recipientes con espaguetis y grandes bolas de carne, al igual preparados de verduras.
Jimena y Eduardo llegaron normales, aún con sus uniformes, solo el chiquillo vestía con la camiseta que usaba bajo la playera de gala del lunes. Como en cualquier conversación, Cas le preguntó a Jordi como le fue en la escuela, él respondía a cada cuestión con emoción y sobre todo, expandiendo sus discursos, provocando que Eduardo no encontrase el momento para encender la televisión y ver Bob Esponja.
René no quiso dilatarse más buscando la llave o algo para cerrar la puerta, pues a Jordi le bastaba cualquier orden o petición de: NO LO HAGAS, para sí hacerlo. Salió del cuarto con velocidad, conectando la mirada con su amigo de la vida. Jordi le vio sin problemas y siguió comiendo. René llegó y tomó su lugar, dándole una palmada a su estimado.
─¿Por qué no fuiste a la escuela?─. Preguntó Jordi.
René se puso dudoso de la respuesta, vio a su madre y luego a sus hermanos; en ese cruce de miradas, llegó Diego, entrando por la puerta. Cas no alzaba la mirada, solo comía cortando sus verduras.
─Me enfermé, me dolió el estómago─. Respondió René, viendo detenidamente a su amigo, moviendo las piernas deseando no preguntase más.
─Creí que no fuiste por lo de tus nuevos cursos─. Comentó Jordi.
René entonces sospechó sin poder tragar la comida. ¿A qué cursos se refería? ¿Su madre le había dicho que ya no iría a la misma escuela? Con dudar eso ahora ya no movía las piernas, sino los pies bajo la mesa. Luego le dijo:
─No sé de qué hablas─.
Con todo lo que le estaba pasando a René, el castigo y sus sentencias, era suficiente para que no pudiese reconocer si Jordi estaba jugando con sus preguntas para dar indirectas sobre el tema, con el fin de llegar a la respuesta, pues en eso era bueno. Solo quería que se quedase callado.
Todos comieron y cuando se sentó Diego en su silla de siempre, Jordi volvió a preguntar:
─¿cómo van los pañales?─.
─¿Cómo lo sabes? ¿Cómo lo supiste? ¿Quién te dijo eso?─. Preguntó René con fuerza a su amigo, viéndole serio, luego a su madre, a su padre, a sus dos hermanos. Jimena y Eduardo comían. El niño se rio un poco, teniendo los recuerdos de todas las facetas cuando veía que mimaban y trataban a su hermano mayor de forma diferente.
─¿Saber qué? ¿A qué te refieres?─. Repuso Jordi, viendo que Eduardo se reía.
─A eso que dijiste…
─Yo solo pregunté cómo van las ventas, ustedes tienen toda una industria mundial de eso… ¿no? Fabrican pañales para bebés y adultos. Pero… ¿Por qué sudas tanto?─. Preguntó Jordi, viendo a su joven amigo, tan nervioso como si estuviesen interrogándole algo tan inhumano.
─Ya olvídalo. No preguntes más de eso, ¿bien?─. Sugirió René con mirada seria, y Jordi afirmó con la cabeza, disfrutando su comida.
Todos comieron bien, a lo que al final, levantaron la mesa y René con su amigo se quedaron en la sala.
─oye, ¿por qué no vamos a tu cuarto?─. Dijo Jordi.
─Lo están arreglando─. Respondió René.
─¿Enserio… puedo ver?─. Repuso Jordi.
─No… es que… tengo todo hecho un desastre, mejor entras en otro momento de la vida y del futuro─. Dijo René, inclinándose en el sillón, sintiendo su estómago lleno por la rica comida.
─Oye ¿estás bien? Hace poco que te veo nervioso, tranquilo, no me voy a llevar ninguno de tus pañales─. Dijo Jordi, con sonrisas.
René entonces volvió a sospechar, mirándole, parpadeando, buscando las preguntas adecuadas. Y le dijo:
─¿Por qué dices mucho sobre mis pañales?
─No sé, es un decir. Además, le das muchas bases a eso, solamente digo el tema y te pones rojo como tomate, como si se hablasen temas íntimos─. Repuso Jordi.
─Pues sí, los pañales son cosas íntimas─. Dijo René.  
─Eso sí, sé que si alguien usa pañal le sería incómodo estar entre sus conocidos─. Dijo Jordi.
─Claro que sí. Pero olvídalo─. Dijo René, recostándose en el sillón, estirando sus brazos. En lo que lo hizo, su playera se le subió un poco y dejó ver el elástico de su calzón bajo su pantalón, el cual Jordi lo vio, pero no dijo nada, pues eso le era indiferente.
─Oye, entonces, ¿A qué escuela irás? Si ya no estarás en la misma que yo, ¿a dónde iras?─.
René sabía que por el hecho de su castigo su amigo sabía ese detalle, pero luego le dijo:
─Antes de decirte, dime cómo te enteraste de eso. Nunca te lo comenté ni por mensaje─.
─Tu madre me dijo que te iban a llevar a un curso nuevo, como una escolaridad, pues es algo que necesitas. Solo eso─. Dijo Jordi.
─¿y qué más?─. Repuso René.
─Eso es todo…
─¿Te dijo acaso si uno de mis hermanos y yo estamos castigados en algo?─. Repuso René.
Jordi entonces volvió a negar con la cabeza.
─Bien, si ella te dice algo sobre mí, no le creas, no le hagas caso, ¿bien?─. Pidió René.
Jordi afirmó con la cabeza, reconociendo que ese día en la casa de su amigo era algo totalmente distinto, no era nada comparado con otros momentos en los que los dos subían en carreras las escaleras y se encerraban incluso a dormir en la cama, por el hecho de madrugar para estar a las siete en el salón de clases. Por lo que al ser un chico de ambientes divertidos, se puso de pie y propuso irse a su casa.
René no dijo nada, se puso feliz, emotivo de ver que Jordi se iba.

El joven invitado se despidió de Diego y Cas. Luego se fue.

René se sintió aliviado, ahora estaba seguro.

En lo que pensaba feliz en la sala, regresó Cas haciéndole señas que ya era tiempo de volverlo a poner en el pañal.

El proceso de ponerle su amado pañalito a su hijo fue rutinario, René no se desnudó por completo, solamente se volvió a bajar la ropa para permitir la colocación del pañal, donde Cas se lo puso cubriéndole su pene y sus hermosas pompas….















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